Lunes 4ª Tiempo Cuaresma 4ª semana del salterio

San Vicente, San Ramiro, San Eulogio.

Primera lectura: Isaías 65, 17-21

Ya no se oirá ni llanto ni gemido.
 


Salmo: 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b

R/. Señor, te alabaré porque me has salvado.
 


Evangelio: Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría camino de Galilea. El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia patria. Cuando llegó a Galilea, los galileos le dieron la bienvenida, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de la Pascua y habían visto todo lo que Jesús había hecho en aquella ocasión.
Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Se encontraba allí un oficial de la corte que tenía el hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando se enteró de que Jesús había llegado a Galilea procedente de Judea, acudió a él y le suplicó que bajara a su casa para curar a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús lo regañó:
—Ustedes solo creen si ven milagros y prodigios.
Pero el oficial insistía:
—Señor, ven pronto, antes que muera mi hijo.
Jesús le dijo:
—Vuelve a tu casa; tu hijo está ya bien.
Aquel hombre creyó lo que Jesús le había dicho y se fue. Cuando regresaba a casa, le salieron al encuentro sus criados para comunicarle que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron:
—Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre.
El padre comprobó que esa fue precisamente la hora en que Jesús le dijo: «Tu hijo está bien», y creyeron en Jesús él y todos los suyos.
Este segundo milagro lo hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

 


Reflexión:

Nos hallamos ante el segundo signo de Jesús, también en Caná de Galilea. Se trata de un funcionario real, posiblemente no judío, lo que no impide su acceso a Jesús. Busca angustiado la curación de su hijo y ante eso no hay fronteras. Las palabras de Jesús, aparentemente críticas, no le doblegan: redobla su petición. El que se doblega es Jesús: “Anda, tu hijo está curado”. Y aquel hombre, sin verlo, “creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino”. Al llegar a casa, descubrió que en el mismo momento en que Jesús le hablaba, quedó curado su hijo. La hora del encuentro con Jesús fue la hora de la sanación. A aquel hombre le salvó la fe: creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Una buena síntesis del creyente. Creer en la palabra de Jesús, ¿Creemos? ¿Y nos ponemos en camino? Sus palabras son espíritu y vida… ¿Lo son para nosotros?.
 


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