Miércoles  27º Semana Ordinario 3º de salterio
                            
                            
                            San Dionisio, San Héctor Valdivieso.
                            
                            
                                Primera lectura: Gálatas 2, 1-2. 7-14
                                
                                Reconocieron la gracia que me ha sido otorgada.
 
                                
                             
                            
                            
                            
                                Salmo:  116, 1. 2
                                
                                R/. Vayan por todo el mundo y proclamen a todos la buena noticia.
 
                                
                             
                            
                            
                            
                                Evangelio: Lucas 11, 1-4
                                
                                Una vez estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó de orar, uno de los discípulos le dijo: —Señor, enséñanos a orar, al igual que Juan enseñaba a sus discípulos.
Jesús les dijo: —Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Danos cada día el pan que necesitamos.
Perdónanos nuestros pecados,
como también nosotros perdonamos
a quienes nos hacen mal.
Y no permitas que nos apartemos de ti.
 
                                
                             
                            
                            
                            
                                Reflexión: 
                                
                                La oración no es una “técnica” humana. A orar cristianamente se aprende de Jesús. Él es el Maestro. La oración del Padrenuestro no es un formulario sino abrir el corazón filialmente a Dios Padre; asumir el proyecto de Jesús; acogerse operativamente a la ternura y a la misericordia de Dios. El Padrenuestro no “cierra” nuestra oración personal, sino que la “abre” y nos marca la pauta. Nos introduce en la “casa” de Dios y nos “descubre su corazón y su Padre, es el umbral de la oración cristiana. Sentir y saber a Dios como PADRE y desde ahí sentirse hijos y hermanos. Vivir en esa realidad es el misterio de la oración. Todo lo demás solo es oración si se vive desde ahí. Hay que saborear a ese Abbá, traducirlo en la vida y convertirlo en vida. El Padrenuestro no es para recitarlo maquinalmente sino para vivenciarlo personal y comunitariamente. ¡Enséñanos a orar!