Jueves 31º Semana Ordinario 3ª de salterio

San Ernesto, Beato Francisco Palau Quer.

Primera lectura: Filipenses 3, 3-8a

Todo eso que para mí es ganancia, lo consideré pérdida a causa de Cristo.
 


Salmo: 104, 2-3. 4-5. 6-7

R/. Que se gocen los que buscan al Señor.
 


Evangelio: Lucas 15, 1-10

En aquel tiempo, todos los recaudadores de impuestos y gente de mala reputación solían reunirse para escuchar a Jesús. Al verlo, los
fariseos y los maestros de la ley murmuraban:
—Este anda con gente de mala reputación y hasta come con ella.
Jesús entonces les contó esta parábola:
—¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja en el campo las otras noventa y nueve y va en busca de la que se le había perdido? Cuando la encuentra, se la pone sobre los hombros lleno de alegría y, al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice:
«¡Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido!».
Pues yo les digo que, igualmente, hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesiten convertirse.
O también, ¿qué mujer, si tiene diez monedas y se le pierde una de ellas, no enciende una lámpara y barre la casa y la busca afanosamente hasta que la encuentre? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice:
«¡Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido!».
Pues yo les digo que, igualmente, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.

 


Reflexión:

Dios no es solo el Dios del éxodo, sino un Dios en éxodo perma nente. Privilegia la pastoral de la búsqueda. Jesús, con estas dos parábolas, nos dice dónde reside la verdadera alegría de Dios: enla conversión del hombre a su amor. Y para eso diseñó una estrategia: le envió a él, su Hijo, como “buscador” de lo perdido. Las estrategias de Jesús eran de acogida misericordiosa, de comunión abierta y fraterna, sin cordones de seguridad ni exclusivismos ritualistas. Buscaba el cuerpo a cuerpo, para hacer sentir el calor del amor de Dios. Y eso provocó las críticas de los “buenos”. Las dos parábolas son iluminadoras, Dios es así: pura misericordia y solicitud por el hombre. No da nada ni a nadie por perdido. Para él no cuentan los números sino las personas. Nadie es insignificante; todos somos hijos. Y cualquier ausencia le hace afecta. La “recuperación” del hombre alegra a Dios.
 


  • Compártelo!