Miércoles Ordinario 31ª Semana 1ª de Salterio
Santos Zacarías e Isabel
Primera lectura: Rom 13,8-10;
A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama ha cumplido el resto de la ley. De hecho, el no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquiera de los otros mandamientos, se resume en esto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal a su prójimo; por eso la plenitud de la ley es el amor.
Salmo: Sal 111, 1b-2. 4-5. 9;
R/. Dichoso el que se apiada y presta.
Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. /R.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. /R.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. /R.
Evangelio: Lc 14,25-33.
Mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.
Salmo:
Viendo que muchos le seguían, volviéndose a ellos, Jesús les advierte de las implicaciones del seguimiento. Y lo hace con expresiones radicales: El seguimiento no es obligatorio -“el que quiera”-, pero desde ahí tiene sus exigencias. Hay que posponer muchas realidades para anteponerlo a él. Hay que amar a Cristo para asumir con energía las exigencias de su amor, que no destruye los valores de la vida -la familia, los bienes- sino que los redimensiona profundamente. Hay que abrazar la cruz y caminar tras Él. Para ello pide un discernimiento responsable y generoso. Frente a la tentación de compatibilizarlo todo, Jesús nos dice que en la vida hay que priorizar. Y mientras el seguimiento no tenga consecuencias visibles, puede sospecharse que nuestras confesiones sean palabras vacías. El seguimiento reclama tiempo pleno y corazones no divididos.