Viernes 1ª semana Tiempo Pascual
San Vicente Ferrer
Primera lectura: Hechos 4, 1-12
No hay salvación en ningún otro.
Salmo: 117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a
R/. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular.
Evangelio: Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, se apareció Jesús de nuevo a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. El hecho ocurrió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás «el Mellizo», Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Pedro les dijo:
—Me voy a pescar.
Los otros le contestaron:
—Vamos también nosotros contigo.
Salieron, pues, y subieron a la barca; pero aquella noche no lograron pescar nada. Ya amanecía cuando se presentó Jesús a la orilla del lago, aunque los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
—Muchachos, ¿han pescado algo?
Ellos contestaron:
—No.
Él les dijo:
—Echen la red al lado derecho de la barca y encontrarán pescado.
Así lo hicieron, y la red se llenó de tal cantidad de peces, que apenas podían moverla. El discípulo a quien Jesús tanto quería dijo entonces a Pedro:
—¡Es el Señor!
Al oír Simón Pedro que era el Señor, se puso la túnica pues estaba solo con la ropa de pescar y se lanzó al agua. Los otros discípulos, como la distancia que los separaba de tierra era solo de unos cien metros, llegaron a la orilla en la barca, arrastrando la red llena de peces. Cuando llegaron a tierra, vieron un buen rescoldo de brasas, con un pescado sobre ellas, y pan. Jesús les dijo:
—Traigan algunos de los peces que acaban de pescar.
Simón Pedro subió a la barca y sacó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, no se rompió la red. Jesús les dijo:
—Acérquense y coman.
A ninguno de los discípulos se le ocurrió preguntar: «¿Quién eres tú?», porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús, por su parte, se acercó, tomó el pan y se lo repartió; y lo mismo hizo con los peces.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado.
Reflexión:
Los discípulos han vuelto a Galilea con el desconcierto en sus car nes. Parecen “desanimados”. La pesca es un escape. Pero pescar sin ánimos es estéril. Y en esa situación se hace presente Jesús. - Les anima y marca el caladero. Y la pesca fue abundante. Hay que echar las redes al estilo del Señor y en su nombre. Y cuantificar los resultados también según sus criterios. En definitiva él es el pescador. Hay dos estilos de “pescar”, al propio estilo y al de Jesús. El primero es estéril; el segundo, fecundo. Los discípulos aprendieron la lección. ¿Y nosotros? Hay dos modos de vivir, al propio estilo o al de Jesús. Y los resultados son distintos. ¡El estilo de Jesús! No hay otro dado a los hombres bajo el cielo. La pesca fue abundante -153 peces grandes-, pero los peces más importantes fueron los propios pescadores.