Miércoles Tiempo Navidad 1ª semana de salterio

Santísim9o Nombre de Jesús. Santa Genoveva.

Primera lectura: 1 Juan 2, 29–3, 6

Todo el que permanece en él no peca.
 


Salmo: 97, 1-2ab. 3cd-4. 5-6

R/. Han visto los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
 


Evangelio: Juan 1, 29-34

Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo:
—Ahí tienen ustedes al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. A él me refería yo cuando dije: «Después de mí viene uno que es superior a mí, porque él ya existía antes que yo». Ni yo mismo sabíaquién era, pero Dios me encomendó bautizar con agua precisamente para que él tenga ocasión de darse a conocer a Israel.
Y Juan prosiguió su testimonio diciendo:
—He visto que el Espíritu bajaba del cielo como una paloma y permanecía sobre él. Ni yo mismo sabía quién era, pero el que me envió a bautizar con
agua me dijo: «Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y permanece sobre él, ese es quien ha de bautizar con Espíritu Santo». Y, puesto que yo lo he visto, testifico que este es el Hijo de Dios.

 


Reflexión:

Jesús es el hombre y el nombre sobre todo nombre, el único que, bajo el cielo, se nos ha dado como garantía salvadora: “Él salvara a su pue blo de los pecados” (Mt 1,21), “porque no se nos ha dado otro nombrepor el que podamos ser salvados” (Hch 4,12); el anunciado por Juan, inspirado por el Espíritu Santo, como el Cordero de Dios, el Ungido por el Espíritu y el Hijo de Dios, que bautizará en el Espíritu. Creer esto supone configurar la existencia con esa fe, que nos constituye en hijos -“pues lo somos” (1 Jn 3,1))- y vivir sin pecado, es decir, incorporados a Cristo, aún en medio de la debilidades de la vida (cf. 1 Jn 1, 8-9). El cristiano es pecador, porque lleva este tesoro en frágil envoltura (2 Cor 4,7), pero hace su camino en la esperanza de la fidelidad de Dios, cuyo amor es más grande que nuestros pecados.
 


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