Jueves Ordinario 26ª Semana 4ª de Salterio

Santos Ángeles Custodios.

Primera lectura: Éx 23,20-33;

Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. Hazle caso y obedécele. No te rebeles, porque lleva mi nombre y no perdonará tus rebeliones. Si le obedeces fielmente y haces lo que yo digo, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios serán mis adversarios. Mi ángel irá por delante y te llevará a las tierras de los amorreos, hititas, perizitas, cananeos, heveos y jebuseos, y yo los exterminaré. No te postrarás ante sus dioses ni les darás culto; y no imitarás sus acciones. Al contrario, los destruirás y destrozarás sus estelas. Daréis culto al Señor vuestro Dios y él bendecirá tu pan y tu agua. Y yo alejaré de ti las enfermedades. No habrá en tu tierra mujer que aborte ni que sea estéril. Colmaré el número de tus días. Enviaré mi terror por delante y trastornaré todos los pueblos adonde vayas; haré que todos tus enemigos te den la espalda. Enviaré por delante el pánico, que ahuyentará de tu presencia al heveo, al cananeo y al hitita. No los expulsaré de tu presencia en un solo año, no vaya a quedar desierta la tierra y se multipliquen contra ti las fieras del campo. Los expulsaré poco a poco, hasta que hayas crecido y tomes posesión de la tierra. Marcaré tus fronteras: desde el mar Rojo hasta el mar de los Filisteos y desde el desierto hasta el río. Entregaré en tus manos a los habitantes del país para que los eches de tu presencia. No conciertes alianza con ellos ni con sus dioses. No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí, dando culto a sus dioses, que serán para ti una trampa».


Salmo: Sal 90,1-6. 10-11;

R/. A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos.

Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en Ti». /R.

Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás. /R.

Su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. /R.

No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. /R.


Evangelio: Mt 18,1-5. 10.

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?». Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial. 


Reflexión:

La respuesta de Jesús a la pregunta de los discípulos muestra cuáles son los varemos de Dios, y por esos seremos medidos: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”, declara María. Jesús manda hacerse “como” niños, pero con ello no invita al infantilismo sino a situarse ante la vida sin prepotencia. La opción de Dios por lo pequeño y los pequeños, por los humildes y sencillos como los niños, es clara. La celebración de los Santos Ángeles Custodios evoca la providencia de Dios sobre la vida de cada hombre. Dios nos acompaña,  ofreciéndonos su mano; mano que hay que asir fuertemente, aunque en ella percibamos la señal de los clavos del Señor. Mano que hemos de ofrecer a los demás, siendo también providencia para los hermanos. Ser ángeles custodios de la vida.


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