Sábado 8ª semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio

San Justino

Primera lectura: Judas 17, 20b-25

Dios puede preservaros de tropiezos y presentaros intachables ante su gloria.
 


Salmo: 62, 2. 3-4. 5-6

R/. De ti tengo sed y por ti desfallezco, Señor, Dios mío.
 


Evangelio: Marcos 11, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo, se acercaron a él los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos, y le preguntaron:
—¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo?
Jesús les contestó:
—Yo también voy a preguntarles una cosa. Respóndanme y les diré con qué derecho hago todo esto. ¿De quién recibió Juan el encargo de bautizar: de Dios o de los hombres? ¡Respóndanme!
Ellos se pusieron a razonar entre sí:
—«Si contestamos que lo recibió de Dios, él dirá: “¿Por qué, pues, no lo creyeron?”. Pero ¿cómo vamos a decir que lo recibió de los hombres?».
Y es que temían la reacción del pueblo, porque todos tenían a Juan por profeta.
Así que respondieron:
—No lo sabemos.
Entonces Jesús les replicó:
—Pues tampoco yo les diré con qué derecho hago todo esto.

 


Reflexión:

Jesús califica de ciegos y sordos a los dirigentes de Israel. Denuncia su incapacidad para dirigir pastoralmente al pueblo, al no saber discernir a los enviados de Dios: a Jesús y a Juan el Bautista. Deja en evidencia su hipocresía, su falta de libertad y de sinceridad. No se atreven a pronunciarse sobre el bautismo de Juan por miedo. El miedo bloquea muchas situaciones. Jesús vino a hacernos libres, desde la Verdad. Y nos dice que hay que discernir la vida con los criterios de Dios. Que las claves del lenguaje de Dios son de tono “menor”. Que Dios no tiene que dar pruebas para ser creído, sino que ha de ser acogido gratuitamente, con la sencillez, limpieza y sabiduría de los humildes, de los limpios de corazón. ¡No hay peor sordo que el que no quiere oír!
 


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