Tema 1º: Trabajar franciscanamente
Para toda actividad humana es necesaria una “mística”, unas razones que animen a esa actividad, unos porqué que nos sostengan cuando flaqueemos. La espiritualidad franciscana puede contribuir algo a la mística del trabajo humano.
Francisco quería, como nos lo dijo en su Testamento que los hermanos y los que le aprecian trabajaran siempre en trabajo honrado. La aspiración al trabajo como medio de vida entra también de lleno en la espiritualidad franciscana.
¿Qué puede, pues, aportar el franciscanismo a la mística del trabajo. Señalemos algunos puntos:
• La persona lo primero: No cabe duda que Francisco ha sido uno que ha vivido de su trabajo, desde los años iniciales en la tienda de su padre. Pero para él el trabajo no ha sido el primer valor, sino la persona. Esta es la que hay que salvaguardar a toda costa. Por eso para Francisco el mismo trabajo ha de redundar en bien de la persona porque esta es el valor innegociable.
• Trabajando se es concreador con Dios: Para Francisco Dios creador en la fuente de la vida. Y quien trabaja “con-crea” con Dios, hace lo mismo que Dios hace, concreando es imagen y semejanza de Dios. Por el trabajo la persona es llamada a colaborar con Dios en la obra de la creación.
• Para no ser gravoso a nadie: Así entiende Francisco el trabajo. Hoy lo diríamos de una forma más moderna: se trabajar para construir una huella ecológica equilibrada. Ésta es la huella que deja en el planeta el uso de los bienes que una persona hace. El trabajo contribuye al equilibrio. Trabajando y consumiendo con corrección la huella ecológica queda equilibrada.
• Con su carga de justicia: Porque el trabajo conlleva una carga de justicia. Francisco la ha vehiculado en el tema de la limosna. Dice Francisco que hay que pedir limosna cuando no nos den el precio de nuestro trabajo. Entonces la limosna se convierte en una exigencia de justicia. Hoy diríamos que trabajar conlleva una mentalidad y unas prácticas de justicia ineludibles. Trabajar con injusticias es lo más opuesto al trabajo franciscano.
• No solo para sí, sino para otros: Francisco dice que se ha de trabajar para todos, sobre todo para los hermanos necesitados, incluso para los leprosos, los más marginados. El trabajo egoísta es destructor; el trabajo que piensa en los demás es “redentor” porque abre cauces de vida al otro.
Puede ser que estas notas sean sencillas y no aporten en exceso. Pero si se profundiza, pueden resultar interesantes.
Para el diálogo:
1. Subraya y explica más una de las notas anteriores.
2. ¿Es fácil ser franciscano hoy en el mundo del trabajo?
Tema 2º: Vivir para trabajar o trabajar para vivir
Es un dilema que, probablemente, no se resuelve con una de sus dos partes, sino con las dos a la vez: el trabajo hace parte de la vida y debe ayudar a sostener el todo de la vida, los aspecto materiales y los no materiales.
Posiblemente el dilema se plantee porque en nuestra sociedad moderna hay personas que viven trabajando de manera desaforada, metiendo horas como por un tubo, saliendo temprano de casa y volviendo muy tarde, sin vida familiar, sin hablar con los hijos. Y todo por llevar un tren de vida muy discutible.
Por eso, merece la pena reflexionar sobre el lugar que para un admirador de Francisco ocupa realmente el trabajo en su vida.
• Ante todo vivir: En épocas de paro como la nuestra el peligro es sacralizar el trabajo. Es cierto que sin él la vida moderna se hace imposible. Pero lo primero es vivir. Eso incluye trabajar y muchas más cosas: la relación, el disfrute sencillo, la espiritualidad. San Francisco decía que los libros no han de apagar la oración y espíritu de devoción. Tampoco el trabajo ha de apagar la espiritualidad, los valores de dentro, lo que está más debajo de la piel.
• Trabajar humanamente: No como las máquinas, no a lo bruto, no despersonalizadamente. Es cierto que, muchas veces, uno no puede elegir el trabajo que quiera y ha de coger lo que hay: trabajos precarios, mal remunerados, con parte en negro, etc. Pero ese no ha de ser el ideal, y en la medida que se pueda hay que tender a trabajar con humanidad.
• Vivir con otros y para otros: Eso es lo que da una dimensión nueva al vivir y lo libra de muchas anomalías. Es lo que en la espiritualidad franciscana llamamos fraternidad, saber que estamos hechos para vivir el uno con y para el otro. Cuando se encuentra este tesoro, el vivir para otros aumenta el disfrute de vivir y conjura muchas de las desviaciones con que nos amenaza la vida.
• Trabajar con y para otros: Porque también el trabajo tiene una dimensión fraterna sabiendo que mi trabajo no solamente es para el lucro personal y que está interconectado con la actividad laboral de otros. El individualismo hace máquinas a las personas; la fraternidad devuelve a la actividad laboral su lado más humano.
Para situarse bien en este mundo de lo laboral también será buena herramienta la que nos propone la espiritualidad franciscana: la benignidad crítica. Se trataría de ser comprensivos con este mundo de lo labora que tiene tantos interrogantes. Pero habría que ser lúcidos para ir haciendo discernimiento y situándose de manera humana y fraterna en un mundo complicado como es este del trabajo.
Para el diálogo:
1. Da tu opinión sobre alguno de los puntos anteriores.
2. ¿Qué consecuencias para la relación tiene el estilo de trabajar de hoy?
Tema 3º: La realidad del paro
En nuestra sociedad de hoy el paro es una amenaza y, para muchos, desgraciadamente, una realidad pesada y tóxica que es muy difícil quitársela de encima, que algunos nunca conseguirán alejarla de sus vidas. Las amargas consecuencias de una vida así son evidente y muchas, tanto a nivel personal como social.
Aunque en tiempos de Francisco el paro no estaba tipificado como ahora, lo cierto es que trabajar y ser pagado por ello también era una gran dificultad para los pobres. El hambre o la desnutrición era la primera consecuencia. La mortandad por ella fue grande en aquellas épocas (el mismo Francisco murió básicamente de desnutrición).
Hoy tiene otras connotaciones. Pero la espiritualidad franciscana puede aportar algo a ese duro mundo.
• El valor de la persona en sí misma: Trabaje o no. Más aún, cuando no puede encontrar trabajo ha de ser mirada con mayor comprensión y solidaridad tratando de evitar que el parado se autocastigue por no poder trabajar o que la sociedad estigmatice al parado de larga duración.
• Animarse a la creación de empleo: Tanto nivel personal como de entidades comunitarias. Es cierto que, sobre todo a nivel personal, no podemos mucho. Pero las circunstancias sociales nos obligan con frecuencia a contratar a personas que nos ayuden en la vida familiar (cuidado de niños, ancianos, etc.). Hacer contratos justos y generosos, mirar por los colectivos más desfavorecidos (mujeres extranjeras , solas, con hijos). A nivel de grupo franciscano creer en las posibilidades de generar algún puesto de trabajo en pequeñas empresas de inserción o similares.
• La solidaridad siempre viva: Y más allá de todo esto tener una mentalidad y unas prácticas solidarias con el mundo del paro, con las personas sobre todo. Trabajar el tema de la sobriedad, del bien común, de la austeridad incluso, no tanto por razones económicas, sino sobre todo por razones de justicia: mientras haya parados no podemos vivir con mentalidad despilfarradora.
• No a la cultura del descarte: Lo dice muchas veces el Papa Francisco. No podemos aceptar que este modo de vivir produzca necesariamente “desechos” sociales, personas náufragas del sistema, a los cuales las excluimos. Esto es inhumano, no es cristiano y en modo alguno franciscano. Hemos de soñar y colaborar a un mundo sin descarte de ninguna clase.
Posiblemente que ninguna de estas reflexiones lleve a la solución del amargo problema, del paro. Pero podemos ser “acompañantes implicados”, personas que les interesa el problema y que, en la medida que pueden, están dispuestas a hacer algo. Es dar cuerpo a aquella sencilla pero honda frase de Jesús: “¿Qué puedo hacer por ti?”. Es sentimiento habría de estar presente en asuntos como este.
Para el diálogo:
1. Completa alguno de los puntos explicados en el tema.
2. Cuenta alguna experiencia de paro. Valórala.