Hugo, cuéntanos ¿Quién es Hugo Mejía Morales?
Nací en Lima, Perú, el 11 de julio de 1966.
Realicé mis estudios escolares en esta ciudad y posteriormente los universitarios y técnicos (en ingeniería electrónica y programación-análisis) antes de entrar a la Orden. Papá, mamá, mi hermana y yo estuvimos siempre unidos y cercanos. Papá falleció en febrero 2012. Desde que puedo recordar fuimos una familia en movimiento, mis papás no eran de Lima, y eso nos tenía viajando con frecuencia durante las vacaciones, tanto que llegué a pensar si algún día viajaría a otros lugares distintos. Mientras realizaba mis estudios universitarios y técnicos decidí confirmarme, tenía 23 años, y fue así como conocí a los Capuchinos, su parroquia cerca de mi casa, las comunidades que atendían y vi de cerca lo que significaba ser un “hermano menor”. En realidad entre la preparación a la confirmación, su celebración y la decisión de cambiar de rumbo pasó poco tiempo, un año y medio en total. Poco para darme cuenta que el Señor quería algo distinto para mí. Entré y pensé que no vería más un ordenador en mi vida, pero no fue así desde que entré siempre tuve la oportunidad de trabajar en lo que más conocía, y en otros trabajos domésticos de nuestras fraternidades, siempre compartidos y siempre enriquecedores (limpieza, cocina, electricidad, sacristía, sastrería, huerta, animales, etc.)
Háblanos de esta trayectoria.
Los dos años de Postulantado los realicé en Arequipa, y el año de noviciado en nuestra fraternidad de Ñaña – Lima. Fueron años de intensa vida fraterna, de profundización en el carisma, de experiencias misioneras, de prueba… un poco de todo lo que el Señor cree necesario para hacernos discípulos. Al inicio del Postulantado éramos 18, al noviciado llegamos sólo 5 que fuimos los que continuamos hasta la profesión perpetua. Mis estudios filosóficos y teológicos los realicé en la Universidad Católica Santa María de Arequipa, fui ordenado sacerdote el 5 de agosto de 1999.
Después de la etapa de formación inicial trabajé en Lima sólo un año y medio en la pastoral de dos parroquias (San Pedro de Chorrillos y Cristo Salvador de Chama) y en algunas responsabilidades a nivel de nuestra circunscripción en el Perú (economía y secretaría). A mediados del 2000 fui llamado a trabajar en la Curia General en la Oficina de Estadística e Informática, trabajo que desempeñé por siete años en Roma… ¡y yo que pensaba que no vería nunca más un ordenador y pude poner al servicio de la Orden los conocimientos que había adquirido! Esta primera experiencia en la Curia General fue muy rica a todo nivel, vivir en una fraternidad de casi 40 hermanos de diferentes naciones y edades hace que la vida fraterna sea muy rica y al mismo tiempo un desafío en la búsqueda de equilibrio entre tanta diversidad, pero con un objetivo común, el servicio a la Orden, además el trabajo que realizaba me ayudó a conocer a la Orden en una dimensión nueva, distinta, viendo a través de los números la diversidad y amplitud de las actividades de la Orden en el mundo, y conociendo con ciertas limitaciones sus culturas, idiomas, ministerios, misiones. Durante los 7 años de servicio en Roma también fui vicario de la fraternidad y aprovechando mi presencia en Italia, realicé estudios en la Universidad Antonianum obteniendo la licenciatura en espiritualidad franciscana.
Luego de mi servicio en Roma me reincorporé a mi Provincia en el Perú y fue elegido consejero provincia y nombrado Director de la “Ciudad de los Niños de la Inmaculada” en Lima, albergue que acoge cerca de 250 niños de 3 a 18 años en condiciones de pobreza y abandono parcial o total. Mientras realizaba estos servicios y siendo secretario del Capítulo General del 2012 fui elegido Definidor General.
¿Qué servicios y responsabilidades prestas actualmente en la Orden?
El Capítulo General del 2012 me “llamó” nuevamente a Roma para un servicio distinto, acompañar a los hermanos de América Latina de lengua española (dos conferencias, CCA y CONCAM) y a los hermanos de la Península Ibérica (la CIC). El área es muy grande y el número de fraternidades también, por lo que las visitas, asambleas y capítulos se programan con tiempo para poder estar presente lo más que se pueda todas las circunscripciones de estas áreas. Somos nueve consejeros generales que acompañamos al Ministro General en su servicio de gobierno y animación de la Orden. Los consejeros también tenemos algunas otras áreas que acompañamos en representación del Ministro General: las casas e instituciones dependientes de la Curia General, comisiones, etc.
En el 2013 fui nombrado Secretario General de Animación Misionera de la Orden y con esto mi área de trabajo se extendió también a África y Asia.
Y, ¿Qué tareas fundamentales tiene un secretario de misiones en la Orden?
La Secretaría General de Animación Misionera promueve, en general, el espíritu misionero de la Orden para que se mantenga vivo y para que las misiones puedan ser bien atendidas y apoyadas en sus necesidades. Por ejemplo, a nivel de formación inicial estimulando a los hermanos a salir a las misiones, a nivel de formación permanente enviando concretamente hermanos donde se necesite, pero sobretodo animando a las provincias que no tienen misiones para que puedan asumir alguna, a las que las tienen para que no las descuiden y a las mismas misiones para formar y apoyar a los hermanos en misión.
La primera Orden (OFM, OFMConv y OFMCap) trabajamos en conjunto en la formación de misioneros en Bruselas. Todos los años se ofrece un curso de tres meses en inglés y, si hay un número de candidatos suficiente, también un curso de francés, para los hermanos que han sido destinados a misiones o para hermanos que estando en misiones necesitan un momento de formación permanente.
Las visitas y la cercanía con los hermanos en misión son sumamente importantes porque a menudo las condiciones de vida no son las ideales y los hermanos necesitan saber que desde la Curia General toda la Orden los apoya, y la Curia General necesita tener contacto directo con ellos para conocerlos de cerca, ver cómo nuestro carisma se va integrando a la cultura local y a sus idiomas, saber cuál es la realidad en la que viven los hermanos, sus proyectos, los desafíos, las dificultades, las necesidades, su orientación hacia el futuro...
¿Cómo son las misiones y cómo se sufragan los gastos?
En efecto, muchas de las necesidades materiales de las misiones son cubiertas por la solidaridad de los hermanos de la Orden y por el apoyo de bienhechores o de otras personas que se interesan en apoyar nuestras misiones; y así como hay necesidades materiales también hay necesidades de personal que deben ser cubiertas para la formación y apostolado. Además se debe considerar que las misiones crecen con la gracia de Dios, se tienen vocaciones locales – que necesitan formación y estudios – y se convierten con el paso de los años en circunscripciones que se pueden valer por sí mismas… para poder enviar misioneros a otros lugares. Imaginemos cómo en todo este proceso el rol del misionero va cambiando desde el momento de la fundación de una misión, al crecimiento y desarrollo, y finalmente a la transmisión completa de lo que se ha creado a los hermanos del propio lugar.
Las misiones están, por lo general, en zonas pobres, por eso los hermanos irán encontrando formas de auto sustentar su vida y actividades, en la medida de lo posible. Para esto se deben afrontar trabajos para los que no fueron preparados ni formados, por eso el rol de los laicos en nuestras misiones es muy importante, considerando adicionalmente que el número de vocaciones no tiene un crecimiento como en el pasado en las zonas de misión y las necesidades siguen siendo muchas, esto recarga a los hermanos en tareas administrativas o de gestión en perjuicio de la evangelización y pastoral. ¿La solución? Que todos pongamos en común nuestros dones al servicio de las misiones.
¿En qué consiste el Voluntariado Laico Misionero?
El 2016 la Orden Capuchina dio inicio al “Voluntariado Laico Capuchino”, un nuevo programa que desde la Curia General quiere formar y enviar voluntarios – misioneros laicos a algunas de nuestras misiones en África, Asia y América Latina, para compartir juntos nuestro servicio en las misiones más necesitadas y especialmente aquellas que nunca han recibido voluntarios laicos. En África hemos escogido Burkina Faso, Ghana, Uganda y Zimbabue; en Asia, Assam – en el noreste de la India; y en América Latina Haití y algún destino por determinar en la selva amazónica. Los voluntarios pueden provenir de cualquier zona y según sus capacidades y preferencias elegiremos junto con ellos el destino más apropiado para su servicio. Por el momento pedimos una permanencia mínima de uno a tres meses, pero el tiempo podría extenderse.
En el momento de escribir este artículo estamos realizando en Lima el primer curso de formación para voluntarios – misioneros laicos que durante este año irán a Burkina Faso y Ghana, son diez entusiastas participantes, a ellos se unirán otros voluntarios que desde Europa llegarán a las misiones. El campo de acción de los voluntarios es bastante variado y cambia de lugar a lugar pero se pueden desarrollar trabajos en educación (enseñanza de idiomas, capacitación a personal, apoyo a alumnos en escuelas), salud (prevención y curación), agricultura, sanidad (agua potable, baños, desagües), generación de electricidad a bajo costo, desarrollo y acompañamiento de proyectos, construcción – mejora de infraestructuras, etc. No hay límites para la creatividad y las necesidades son muchas, pero sea cual fuese la tarea desde el punto de vista técnico el valor inmenso de la presencia del voluntario es “estar con”, acompañar, estar junto al que sufre, llevar esperanza y alegría… y al mismo tiempo recibir mucho, todos vamos con muchas ganas de dar, pero la verdad es que recibimos mucho más de lo que damos, para entender esto hay que hacer la experiencia.
Capuchinos -Voluntariado Misionero en Ghana
Y para quien pudiera estar interesado, ¿Qué requisitos se precisan?
Los requisitos básicos para ser voluntario en nuestras misiones es tener disponibilidad y espíritu de servicio y, dependiendo donde se vaya, hablar bien el idioma local. El voluntario cubre los gastos de pasajes, visas, seguro médico y vacunas. En las misiones tendrán casa, comida, mucho trabajo y una misión compartida con los hermanos capuchinos porque vivirán en nuestras casas. Los interesados pueden escribir a missioni@ofmcap.org
¿Qué es lo que más te ha impactado en tus visitas a las misiones?
En el tiempo que llevo de Secretario de Animación Misionera he visitado ya muchos lugares en Asia, África y América Latina. En ésos y en algunos lugares que no he podido visitar aún yo quisiera destacar el valor de la entrega de los hermanos. Ir a un país que no es el nuestro, aprender uno o más idiomas nuevos, adaptarse a otra cultura – alimentación, estar expuestos a enfermedades, comenzar de cero o continuar con proyectos ya iniciados… no es fácil, es un proceso que tiene sus inconvenientes, sus desafíos y también sus momentos de crisis, aún así los hermanos han asumido el reto y se han integrado muy bien. A esto habría que añadir que en algunos países la situación social y política es muy delicada, inclusive peligrosa, y los hermanos están allí, junto a la gente, exponiéndose y sirviendo con alegría. Creo que vale mucho la pena decirlo porque noticias así no se ven en los periódicos, y en algunas de las misiones, junto con los hermanos, también hay voluntarios laicos que tienen los mismos riesgos.
Visitando las misiones de Kerala -India
¿Cuéntanos alguna anécdota?
Dios me dio algunas sorpresas importantes en mi vida, y no deja de dármelas, es más, estoy seguro que me seguirá dando sorpresas porque ama, sigue creando, sigue haciendo nuevas las cosas y se sigue mostrando presente. Me ha dado, por ejemplo, la oportunidad de conocer lugares que jamás hubiese pensado visitar, no por turismo sino para estar cerca de los hermanos y aprender de ellos y de la gente. Cuando visité nuestra misión en China quedé gratamente admirado de la devoción de los católicos, que han estado por décadas solos pero han sabido conservar su fe, sus oraciones, sus devociones, su amor a la eucaristía. Visitamos una pequeña comunidad de cerca de 300 personas en la cima de una montaña, casi todos católicos, y participamos de la misa en su capilla construida hace pocos años… ¿cómo iban a misa antes de tener una capillita en su pueblo? ¡A pie! Cuatro horas de ida cuesta abajo y cuatro horas de retorno cuesta arriba para no perderse su misa dominical… qué diferencia con muchos de nosotros que quizás tenemos una iglesia a diez minutos a pie de nuestras casas.
Etiopía: un lugar donde realizar tu misión
La misión es una tarea compartida, es una llamada, y no es lo que hacemos sino las personas a las cuales servimos, y en ellas, Jesús. Quien quiera responder a la llamada tiene las puertas abiertas.