Navidad, es Navidad

Navidad, es Navidad, toda la tierra se alegra y se entristece la mar… deja el odio y ven conmigo porque llegó Navidad”. 

Navidad, es Navidad

 

Las palabras de esta canción de José Luis Perales nos introducen, un año más, en el espíritu navideño con el que deseamos vivir estas fechas al finalizar el año. Son las fiestas más tradicionales y familiares en todo el mundo, que en España continúan hasta el 6 de enero, día mágico de la Epifanía o de los Reyes Magos. 

Aunque la sociedad nos vaya imponiendo cierta manera de vivir la Navidad o cuestionemos ciertas formas de celebrarla, también reconocemos que hay una serie de asuntos y momentos agradables que compartir en familia y con las personas más cercanas o más olvidadas. Desde finales de noviembre, es habitual que las ciudades iluminen cada noche sus calles con colores y motivos navideños y disfrutemos de ellas en nuestros paseos nocturnos. Para entonces, otra de las cosas que vamos compartiendo en este tiempo es la lotería de Navidad.  Infinidad de parroquias, asociaciones, cofradías, etc, la utilizan como cauce de ayuda y solidaridad. Compartimos ilusiones y deseamos que nos toque “el gordo” o un buen premio para “tapar algún agujero”, para echar una mano o salir de algún apuro.

En Navidad compartimos también la mesa, en Nochebuena, en Nochevieja, en los días de fiesta con esas elaboradas comidas tradicionales llenas de sabor navideño. No siempre es fácil sentarnos a la misma mesa con los cercanos ni con los lejanos. Pero hacemos ese esfuerzo de encontrarnos, que nos hace más hermanos y más humanos y solidarios. Compartimos también las uvas a las doce de la noche, a ritmo de las campanadas que marca el reloj de la Puerta del Sol, con las que damos la bienvenida al nuevo año. Compartimos también regalos. Nos los traen distintos personajes autóctonos o de fuera, que entran por las ventanas, balcones y chimeneas de forma mágica. Aunque la tradición ha hecho de la noche de Reyes una noche especial. Noche de ilusión para grandes y pequeños.

Cada uno tenemos nuestra propia experiencia navideña. Pero está claro que el impacto del acontecimiento del nacimiento de Jesús, o de la Encarnación de nuestro Dios fue tan grande, que nunca se ha olvidado. Después de más de dos mil años todavía es recordado y celebrado, de una u otra forma, en todo el mundo. Esa es la magia de la Navidad, el espíritu de la Navidad que nadie ha conseguido todavía destruir: un aura bienhechora que es preciso conservar, pues nos hace más humanos.

Los cristianos celebramos la presencia de Dios en nosotros, entre nosotros y con nosotros. Celebramos su amor. Ha querido hacerse uno de nosotros y nos quiere. Esa es la Buena Noticia, su Evangelio. El papa León nos recuerda en su primer gran documento titulado “Dilexit Te” (Te he amado) “que el Evangelio sólo se anuncia bien cuando llega a tocar la carne de los últimos, y advirtiendo que el rigor doctrinal sin misericordia es una palabra vacía(DT.48)

Fr. Benjamín Echeverría, OFMCap

 

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