Fray Guillermo Massaia, Cardenal de los Gallas: un monumento espiritual y cultural en las montañas de Abisinia
Las memorias de Mis 35 años de misión en la Alta Etiopía, escritas por el cardenal Fray Guillermo Massaia, capuchino, constituyen uno de los documentos más excepcionales de la literatura misional del siglo XIX. Su obra no sólo narra con hondura la epopeya evangélica en los territorios de los Gallas, sino que se convierte en un testimonio singular sobre la geografía, la política, la cultura y la espiritualidad de un África poco conocida por Europa. Publicado en español en 1934 gracias a la traducción del P. Marcos de Escalada, el volumen es hoy accesible gracias a BIDICAP, el archivo digital de los capuchinos, que conserva, en formato abierto, estas joyas misioneras y patrimoniales para la investigación académica y la contemplación espiritual.
Pocas figuras condensan con tanta intensidad el espíritu misionero, la amplitud intelectual y la santidad evangélica como Fray Guillermo Massaia (1809–1889). Nombrado Vicario Apostólico de los Gallas —actual región de Oromía en Etiopía—, el misionero capuchino dedicó más de tres décadas a una labor titánica: anunciar el Evangelio en territorios inhóspitos, alfabetizar, curar, mediar entre clanes, fundar diócesis y resistir la persecución religiosa. Sus memorias, redactadas tras años de exilio, nos permiten recorrer paso a paso la compleja topografía espiritual y geopolítica de su misión.
Desde el primer instante, el autor establece con claridad su propósito: "Procura darte cuenta de lo mucho que hacen los misioneros católicos entre infieles, así como también de lo muchísimo que tienen que sufrir y padecer a fin de reducir a aquellas pobrecitas gentes a la fe del Evangelio". No se trata de una autobiografía vanidosa, sino de un legado espiritual y testimonial que desea conmover, formar e instruir a las futuras generaciones.
El estilo del cardenal es claro, directo y, en ocasiones, penetrantemente poético. Describe con detalle las enfermedades de los pueblos, las rutas comerciales, las costumbres locales, los conflictos tribales y las maniobras diplomáticas con príncipes y emperadores. Pero en todo prevalece una intención profundamente cristiana: el deseo de que “la caridad de Cristo nos urge”.
Uno de los aspectos más valiosos de la obra es su aproximación empática hacia los pueblos africanos. Massaia no juzga desde la superioridad, sino que reconoce su propia limitación: "Yo los amo a todos en Jesucristo; y sean salvajes o civilizados, los miro y reconozco como hermanos míos" ... Esta visión universalista de la dignidad humana lo convierte en un precursor —a su modo— de las perspectivas interculturales de la misión.
En lo práctico, la labor misionera del cardenal excede los límites religiosos. Se convierte en cirujano, boticario, agrimensor, diplomático y pedagogo. Introduce la vacuna, construye puentes, media con jefes locales y documenta en sus mapas —dibujados por el prestigioso geógrafo Antoine d’Abbadie— las regiones inexploradas de Etiopía. “No era un explorador, sino un misionero de Jesucristo”, se justifica él mismo, “pero durante mis primeros años, al no poder ejercer mucho mi ministerio, me dediqué a observaciones de historia natural”
Aun así, no rehúye mostrar los aspectos más duros del contexto africano, especialmente el impacto negativo del islamismo sobre las antiguas comunidades cristianas:
"Mi principal mira fue dar a conocer la monstruosidad del Islamismo y el mal grande que trajo a aquellos cristianos"
Su denuncia no es ideológica, sino testimonial, nacida del sufrimiento real de los conversos perseguidos.
En conjunto, estas memorias son un monumento no solo a la misión capuchina, sino también al esfuerzo de compresión mutua entre culturas, religiones y civilizaciones. Fray Guillermo Massaia no fue sólo un apóstol: fue también cronista, pedagogo y antropólogo involuntario.
Gracias a BIDICAP, el archivo digital de los capuchinos, esta obra —y muchas otras de gran valor histórico y espiritual— están al alcance de investigadores, docentes, literatos y buscadores del alma. Este proyecto no solo preserva el patrimonio documental, sino que devuelve al presente el eco vivo de una historia que no debe olvidarse. BIDICAP no es simplemente una biblioteca: es un espacio de memoria, fe y cultura, donde los grandes silencios del pasado misionero recuperan su voz. Una voz, como la de Massaia, que sigue resonando.
Puedes acceder a esta obra si pinchas en este enlace: click aquí