Orar por las intenciones del Papa

Febrero: Por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. 

Orar por las intenciones del Papa


Oremos para que la comunidad eclesial acoja los deseos y las dudas de los jóvenes que sienten la llamada a servir la misión de Cristo en la vida sacerdotal y religiosa. Constantemente, la Iglesia nos invita a encomendar en nuestras oraciones a los sacerdotes y consagrados, así como a rezar por las vocaciones, basados en la petición que Jesús hizo a sus discípulos en el Evangelio de Mateo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rogad al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha(Mateo 9:37-38)

«Mi deseo es que se sientan animados» (Col 2,2)

Mi segundo gran deseo, haciéndome eco de las palabras de san Pablo, es acompañarlos a renovar nuestro ánimo sacerdotal, fruto ante todo de la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas. Frente a experiencias dolorosas todos tenemos necesidad de consuelo y de ánimo. La misión a la que fuimos llamados no entraña ser inmunes al sufrimiento, al dolor e inclusive a la incomprensión; al contrario, nos pide mirarlos de frente y asumirlos para dejar que el Señor los transforme y nos configure más a Él. «En el fondo, la falta de un reconocimiento sincero, dolorido y orante de nuestros límites es lo que impide a la gracia actuar mejor en nosotros, ya que no le deja espacio para provocar ese bien posible que se integra en un camino sincero y real de crecimiento».

Un buen “test” para conocer como está nuestro corazón de pastor es preguntarnos cómo enfrentamos el dolor. Muchas veces se puede actuar como el levita o el sacerdote de la parábola que dan un rodeo e ignoran al hombre caído (cf. Lc 10,31-32). Otros se acercan mal, lo intelectualizan refugiándose en lugares comunes: “la vida es así”, “no se puede hacer nada”, dando lugar al fatalismo y la desazón; o se acercan con una mirada de preferencias selectivas que lo único que genera es aislamiento y exclusión. «Como el profeta Jonás siempre llevamos latente la tentación de huir a un lugar seguro que puede tener muchos nombres: individualismo, espiritualismo, encerramiento en pequeños mundos…», los cuales lejos de hacer que nuestras entrañas se conmuevan terminan apartándonos de las heridas propias, de las de los demás y, por tanto, de las llagas de Jesús.

Papa Francisco

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