El viaje de Antonie Mathieu. Capítulo 3. La desigualdad se topa en el desierto
Arlit es un lugar especial, una ciudad que muestra a cielo abierto, como las minas de uranio, las miserias del engranaje de poderes e intereses mundiales.
Se ubica en el norte de Níger, un inmenso país casi deshabitado que ostenta el record de ser la economía más desfavorecida del continente africano. Dos tercios de su población vive bajo el umbral de la extrema pobreza. Níger lucha contra una geografía compleja, un ecosistema desértico que no ayuda en la producción de bienes de consumo, co la posibilidad de ser un país autónomo que abastezca a su población en las necesidades más elementales.
Además cuenta con una inestabilidad política casi permanente. La historia poscolonial de Níger es la de una secuencia de gobiernos títeres manejados desde otros países. Esas otras latitudes desde las que se envían a grandes mineras a explotar las minas de uranio que hay en Arlit.
Los holdings internacionales desembarcaron en Arlit con mano de obra cualificada extranjera en las últimas décadas del siglo XX. Van y vienen en función de la subida o bajada del precio del uranio, y por ende, contratan o no a la población local en función de que el negocio sea más o menos rentable. En Arlit quedan las migajas de un negocio que resulta muy fructífero para los ajenos pero que a los locales les reporta polvo de uranio, empleo en precario y una desestructuración social que sume a la región en la delincuencia y el abuso.
Arlit es además, según cuenta Antonie, un lugar especial en el viaje africano. Desde ahí surgen dos caminos, uno que se va hacia el norte por Argelia y que toman aquellos que no cuentan con dinero para cruzar a Europa y que tendrán que buscar su oportunidad desde Marruecos. Será un viaje largo. El otro camino es aparentemente más rápido, va hacia el norte también pero se retira hacia Libia y desemboca en las inmediaciones de Trípoli. Este lo tomarán aquellos que tengan suficiente dinero para pagar a las mafias libias y cruzar rápidamente a Italia en una de las travesías más peligrosas del Mediterráneo. Todavía resuenan las palabras del Papa Francisco cuando en Lampedusa lloró de dolor al advertir que “habíamos convertido el Mediterráneo en un cementerio”. Antonie pasó un tiempo en Arlit buscando dinero. Lo justo para poder seguir su viaje a Argelia.
Antonie no olvidará su paso por el Magreb (región del norte de África que contempla a los países del Sahara: Marruecos, Argelia, Libia…). Nunca sintió antes la discriminación racial como en aquel momento. Tamanrasset, Maghnia, Gardhaia… fueron etapas en las que el camino se hizo más lento porque se le había acabado el dinero de la familia y tuvo que buscar trabajos esporádicos que le permitieran continuar el viaje.
Xabier Parra
Coordinador de SERCADE
(SERvicio CApuchino para el DEsarrollo)
Ilustraciones de Antonio Oteiza. (No nos tratan como iguales porque somos negros)