Cada año en estas fechas nos acordamos de tantas personas cercanas y tratamos de trasmitirles nuestros mejores deseos. De diversas maneras, quienes recibís este boletín os sentís cercanos y os sentimos cercanos a nuestra fraternidad capuchina. Por eso quiero utilizar este medio y estas palabras a modo de felicitación navideña.
Me sirven de inspiración los materiales de Cáritas para los tiempos litúrgicos. El de este tiempo de Adviento-Navidad 2017-2018 lleva por título “Tu compromiso mejora el mundo”. Hablar de compromiso puede parecernos un tema demasiado recurrente, repetitivo o algo de otros tiempos. La vida nos resulta mucho más cómoda sin compromisos, peor también más sosa y aburrida. Sin embargo, la característica principal de la persona adulta es la adquisición de responsabilidades, de compromisos. Dentro de la comunidad cristiana, de la Iglesia, continuamente escuchamos esa invitación a comprometernos. En este tiempo de adviento, usamos unas palabras parecidas: “velad, vigilad, estad atentos”. Son palabras que expresan la actitud de vivir conscientes, responsables, despiertos, ante lo que sucede en nuestro mundo. El resultado que produce el vivir así es que mejoramos el mundo.
Sabemos que en nuestras manos no está la capacidad de tomar grandes decisiones, ni somos personas influyentes en nuestra sociedad. Pero sí que podemos utilizar medios sencillos que están a nuestro alcance para aportar un poco más de fraternidad, de humanidad en el ambiente en el que vivimos. Cualquier pequeña acción o compromiso en favor de la defensa de la dignidad humana, el cuidado de la casa común, el ser capaces de apostar por una economía más solidaria, la cercanía a tantas personas que viven en el dolor, la desesperación, la enfermedad, la soledad, la pobreza… es expresión de nuestro deseo e interés por mejorar el mundo.
Esos gestos muchos de vosotros los hacéis en contacto con los Capuchinos o nos ayudáis y animáis para que, en nuestras parroquias, iglesias, colegios, revistas, obras sociales, etc, no perdamos esa cercanía al pueblo y, en la medida de lo posible, propongamos nuestra manera de entender la vida desde la espiritualidad franciscana.
Esos gestos nos ayudan a tomar conciencia de que todos y cada uno de nosotros somos hombres y mujeres de esperanza. Traduciendo la “esperanza”, que es como a mí personalmente me gusta traducirla, como “la capacidad de afrontar los problemas de la vida sin perder la serenidad”. Para ello seguimos pidiendo y contando con la fuerza que Dios nos trasmite a través de su Hijo y de sus hijos e hijas. En este tiempo hacemos nuestro este deseo que recoge uno de los himnos litúrgicos:
Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor,
los hombres hermanos esperan tu voz,
tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor.
Ven pronto, Mesías, sé Dios salvador.
Que cada uno de nosotros, en estos días y en el nuevo año, seamos esperanza para los demás, pues así lo hemos experimentado de Dios.
¡Feliz Navidad y Feliz Año!
Benjamín Echeverría