San Francisco de Asís
Comenzamos el mes de octubre en torno a San Francisco de Asís. En muchas de nuestras casas, conventos o parroquias celebramos una novena o un triduo que nos permita tener presente de manera especial la persona y la espiritualidad de quien es fuente de inspiración para nuestra vida.
De él ha escrito el Papa Francisco en la Encíclica Laudato Si (nº10) que “es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados… en él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior”.
Este documento del Papa nos habla de una ecología integral, pues “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una única y compleja crisis socioambiental”.
Al recordar estas palabras viene a mi memoria una anécdota que me sucedió con un uno de los transeúntes, de los “sin techo”, que se acercaba a pedir y a pernoctar en el convento capuchino en el que vivía yo. Solíamos conversar a menudo y mientras un día yo limpiaba los alrededores del convento esta persona se me acercó para decirme que también debía limpiar el jardín de malas hierbas. Yo, en broma, le respondí que san Francisco quería que en los conventos y huertas de los frailes hubiera un lugar para las malas hierbas, porque también ellas son criaturas de Dios. Él me miró un tanto sorprendido ante mi respuesta y, tras un breve silencio, dándose por aludido, me dijo: me gusta eso de las “malas hierbas”. Con su respuesta, los dos nos echamos a reír.
De San Francisco decimos que es el hermano global, el hermano universal. Él consideraba y trataba y veía a todos los seres, a todas las criaturas, como hermanas. Nosotros, muchas veces nos limitamos a relacionarnos con ellos, ya sean personas, animales o plantas, como si fueran objetos que utilizamos o manipulamos sin que tengamos ninguna obligación hacia ellos. Sin embargo, una de las cosas que nos enseña San Francisco es que la comunión, relación e interdependencia entre los seres vivos es fundamental, pues también el ser humano depende de otras especies.
Esta conciencia de que somos seres interdependientes nos tiene que llevar a vivir de tal manera que todas las criaturas, todos los seres, especialmente aquellos que son más débiles y se encuentran más amenazados, puedan vivir.
Benjamín Echeverría
Ministro Provincial de Capuchinos de España