Artesanos de la Misericordia
No es título mío, sino el de reflexión que nos dirigió Sebastián Mora, actual secretario general de Cáritas, en la Asamblea anual de la familia franciscana.
En ella participamos quienes estamos al frente de las provincias y congregaciones franciscanas en nuestro país.
Al terminar el Año de la Misericordia el papa Francisco nos ha invitado, en su carta apostólica “Misericordia et mísera” a continuar cada día en el empeño por «avivar el valor social de la misericordia» para mirar al futuro con esperanza. Nos recuerda el Papa que «estamos llamados a hacer que crezca una cultura de la misericordia (…) en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento del hermano» (n. 20).
Nos dice también que es urgente restituir la dignidad a tantas personas y construir una sociedad justa y fraterna (n. 19). Esta necesidad social reclama nuestra respuesta como Iglesia, de forma que «la conversión pastoral que estamos llamados a vivir, se plasme cada día, gracias a la fuerza renovadora de la misericordia» (n. 5), porque «el camino de la misericordia es el que nos hace encontrar a tantos hermanos y hermanas que tienden la mano esperando que alguien la aferre y poder así caminar juntos» (n. 16). «El carácter social de la misericordia obliga a no quedarse inmóviles y a desterrar la indiferencia y la hipocresía (…) para que la justicia y una vida digna no sean solo palabras bonitas, sino que constituyan el compromiso concreto de todo el que quiere testimoniar la presencia del reino de Dios» (n. 19).
Todos estos deseos que expresa el Papa y nuestras propias convicciones chocan frontalmente con la realidad que vivimos en nuestra sociedad.
No hay como escuchar a quienes analizan y estudian los fenómenos sociales para caer en la cuenta: estamos viviendo en medio de una sociedad inhumana, compleja, que no nos podemos quedar en análisis simplistas para tranquilizar nuestras conciencias, sino que hemos de estar en una continua dinámica de discernimiento ante todo lo que sucede en nuestro mundo. Nuestra sociedad ha cambiado mucho, está en un continuo cambio y va dejando en la cuneta a muchas personas. Uno se queda un tanto descolocado cuando escucha afirmaciones como esta: “Uno de los cambios fundamentales de esta sociedad es que hemos pasado de una lógica en que el sistema político y económico quería incluir a gente, a otra donde el sistema no busca incluir, sino expulsar. Ya no es necesaria la gente.”
La gran tarea que tenemos en estos tiempos es la de tratar de ser puentes, no de crear barreras. Estamos llamados a ser artesanos de la misericordia, que en palabras del profeta Miqueas significa “practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con tu Dios” (Mi 6,8).
Benjamín Echeverría
Ministro Provincial de Capuchinos de España