Mes del Rosario
El mes de octubre es el mes del rosario. El papa Juan Pablo II escribió en el año 2002 una carta apostólica sobre el Santo rosario. Decía el papa que el rosario, en su sencillez y profundidad sigue siendo una oración de gran significado. Aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, encierra en sí la sobriedad del mensaje evangélico, del cual es como un compendio. Oración predilecta de Juan Pablo II.
Seguramente que es la oración preferida y muy al alcance de muchos cristianos. Con el trasfondo de las avemarías, recordamos los episodios principales de la vida de Jesucristo.
Esos misterios gozosos, gloriosos, dolorosos y luminosos que recordamos de la vida de Jesús, de alguna manera nos recuerdan que toda persona pasamos por ese tipo de experiencias en nuestro vivir. Al rezarlo, incluimos entre las cuentas del rosario las experiencias personales o las de esas personas más cercanas que llevamos en el corazón… lo que sucede en nuestra familia, en nuestro mundo, en la humanidad. Por eso la sencilla plegaria del rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana.
Además de haber sido considerado como oración por la paz, el rosario es también, desde siempre, una oración de la familia y por la familia. Antes esta oración era muy apreciada por las familias cristianas, y ciertamente favorecía su unión. El rezo en familia, al caer la tarde, al finalizar las tareas, servía de unión y de encuentro entre los distintos miembros, jóvenes y ancianos y mantenía viva esa llama de la fe. La Iglesia ha visto siempre en esta oración una eficacia particular, confiando las causas más difíciles a su rezo comunitario y a su práctica constante.
El papa Francisco nos recuerda en otro de esos grandes documentos, la “Amoris Laetitia”, sobre la Alegría del Amor, que es precisamente la familia, la primera escuela de los valores humanos y que muchas personas actúan toda la vida de una determinada manera porque consideran valioso ese modo de actuar que se incorporó en ellos desde la infancia, con expresiones como “a mí me lo enseñaron así” o “eso es lo que me inculcaron”.
Recuerdo la conversación que tuve meses atrás con una persona convertida del Islam que se acercó a celebrar el sacramento del perdón. Ante mi curiosidad por conocer qué es lo que le llevó a tal conversión me dijo que fue la devoción a la Virgen, y sobre todo el rezo del rosario, el principal motivo para hacerse cristiano. Me sorprendió porque también los árabes tienen un tipo de rosario, “tasbih” o “masbaha”, con el que van desgranando los nombres de Dios. Pero a esta persona, lo que realmente le impactó fue el rezo comunitario del rosario.
Benjamín Echeverría
Ministro Provincial de Capuchinos de España