La Iglesia ofrece una guía moral enraizada en la tradición Católica. El cambio climático es un problema moral. El Papa habla como Pastor, no como científico o político. Intenta hacer comprender a los católicos la oportunidad y la necesidad de cuidarse de la creación, como también de nuestros hermanos y hermanas.
Preocuparse del cuidado de la creación es una antigua enseñanza bíblica. La Iglesia se ha pronunciado muchas veces sobre este tema. Lo mismo que la ciencia ha ido tomando más conciencia sobre el impacto de la humanidad sobre el mundo natural, así también la voz de la Iglesia se ha hecho más clara y decidida.
Los recientes Pontífices han advertido la urgencia de afrontar el tema del cambio climático y el cuidado de lo creado: San Juan Pablo II y el Papa emérito, Benedicto XVI, han vinculado el cuidado del ambiente con
la necesaria solidariedad entre los hombres y la creación de Dios.
Ambos Papas se hicieron embajadores de la inquietante implicación del hombre a propósito del efecto invernadero y de los cambios climáticos. Resolver el cambio climático protege al pueblo de Dios.
Afrontar e intervenir en los cambios climáticos, significa proteger a las familias. Sea que se trate de alguno que en Chicago padece de asma o de alguno que en Filipinas sufre a causa de las inundaciones, el cambio climático es un daño para la humanidad.
Intervenir sobre los cambios del clima es acción moral.
Estamos llamados a amar a nuestros vecinos protegiéndolos del impacto del clima que en sus adversas manifestaciones, provoca la multiplicación de enfermedades y las carencias. Debemos hablar del cambio del clima para proteger al pueblo de Dios.
Estamos llamados a cuidar de los más pobres y de los más vulnerables entre nosotros. Los más pobres son los menos responsables del cambio del clima y sufren sus peores consecuencias. Como franciscanos, nosotros estamos llamados, no solo a ser instrumentos de paz y de justicia, sino también a verdaderos y validos custodios de nuestra madre naturaleza. Estamos llamados a no olvidar cuál es nuestro puesto justo en la Creación. Nosotros hemos, en un cierto modo, dominado sobre la naturaleza,
sobre la Hermana Tierra, sobre Madre Tierra (Papa Francisco, 15 enero 2015). Nuestro puesto justo en la Creación respeta y protege la amplia gama de la vida.
Es tiempo de acciones comunes.
Cuentan nuestras acciones. Los Franciscanos, trabajando juntos, pueden ayudar a resolver el cambio del clima.
Existen modos mejores de hacer en nuestras comunidades y en nuestras naciones. Desde la sustitución de una lamparita hasta intensificar políticas iluminadas por la fe, todos pueden hacer algo para resolver el cambio del clima, iniciando también desde nuestras fraternidades capuchinas.
Hacer previsiones sobre el cambio del clima es una oportunidad para manifestar nuestra fe y nuestro carisma de Franciscanos. Intervenir en el cambio climático exigirá humildad, inteligencia trabajo ardua y claridad moral.
Nos deben guiar relaciones justas, bien entre nosotros, bien con lo creado. Estamos llamados a obrar sobre el cambio del clima, buscando el bien común, en el amor.
Benedict Ayodi