Lunes 26º Semana Ordinario 2º de salterio
San Jerónimo.
Primera lectura: Job 1, 6-22
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor.
Salmo: 16, 1. 2-3. 6-7
R/. Inclina el oído y escucha mis palabras.
Evangelio: Lucas 9, 46-50
En aquel tiempo, los discípulos comenzaron a discutir quién de ellos era el más importante.
Pero Jesús, que se dio cuenta de lo que estaban pensando, tomó a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
—El que reciba en mi nombre a este niño, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe al que me ha enviado.
Porque el más insignificante entre todos ustedes, ese es el más importante.
Juan le dijo:
—Maestro, hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros.
Jesús le contestó:
—No se lo prohíban, porque el que no está contra ustedes, está a favor de ustedes.
Reflexión:
Los parámetros del Reino de Dios son peculiares: privilegia lo menor, el servicio y la apertura para acoger el bien, venga de donde venga, aunque no venga de nosotros ni de lo nuestro. El grupo de Jesús era bastante normal. No era una selección de los mejores. No era una “sociedad perfecta”. Una buena ocasión para descubrir la capacidad formadora y transformadora del Maestro. En el grupo había expectativas y ambiciones. Jesús les advierte: “El más pequeño es el más importante”. Las dimensiones del Reino de Dios no coinciden con las de los reinos de este mundo, por eso es alternativo. La “importancia” queda redimensionada por una escala de valores donde priva “lo menor”. Dios nos ha venido en una envoltura “menor”, “despojado”. “El que se enaltece, será humillado…” (Mt 23,12).