Viernes 21º semana Tiempo Ordinario 1ª de salterio

San Silvano, San Esteban de Zudaire.

Primera lectura: 1 Corintios 1, 17-25

Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres; pero para los llamados es sabiduría de Dios.
 


Salmo: 32, 1-2. 4-5. 10-11

R/. El amor del Señor llena la tierra.
 


Evangelio: Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—El reino de los cielos puede compararse a diez muchachas que en una boda tomaron sendas lámparas de aceite y salieron a recibir al novio.
Cinco de aquellas muchachas eran descuidadas, y las otras cinco, previsoras.
Y sucedió que las descuidadas llevaron sus lámparas, pero olvidaron tomar el aceite necesario. En cambio, las previsoras, junto con las
lámparas, llevaron también alcuzas de aceite. Como el novio tardaba en llegar, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó un grito: «¡Ya viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!».
Las diez muchachas se despertaron y comenzaron a preparar sus lámparas.
Las descuidadas, dirigiéndose a las previsoras, les dijeron: «Nuestras lámparas se están apagando. Dennos un poco de su aceite».
Las previsoras les contestaron: «No podemos, porque entonces tampoco nosotras tendríamos bastante. Mejor es que acudan a quienes lo venden y lo compren».
Mientras estaban comprándolo, llegó el novio, y las que lo tenían todo a punto entraron con él a la fiesta nupcial, y luego la puerta se cerró.

Más tarde llegaron las otras muchachas y se pusieron a llamar:
«¡Señor, señor, ábrenos!».
Pero él les contestó:
«Les aseguro que no sé quiénes son ustedes».
Estén, pues, muy atentos porque no saben ni el día ni la hora de la venida del Hijo del hombre.

 


Reflexión:

Esperar no es fácil. En toda espera el hombre está expuesto al es pejismo, a confundir lo último con lo penúltimo, lo accesorio con lo fundamental, lo urgente con lo importante, el simple progreso conla salvación definitiva, a tergiversar los datos, bien por la impaciencia de obtener lo esperado o por la desesperación de no conseguirlo. Esperar es el tiempo de la Iglesia, que celebra y anuncia el evangelio “mientras espera su gloriosa venida”. Y ahí ha de arraigarse la vida del cristiano. La parábola es una llamada a vivir en la esperanza, no solo responsable sino iluminadora. Las lámparas encendidas lo sugieren (cf. I Pe 3,15). No quiere enseñar sobre la solidaridad o insolidaridad de las vírgenes, sino destacar su disponibilidad para reconocer y recibir al novio. ¡A vivir con las pilas cargadas!
 


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