Viernes 4ª semana Tiempo Pascual

San Isidoro

Primera lectura: 1 Corintios, 2,1-10

Vuestra fe se apoye en el poder de Dios.
 


Salmo: 118, 99-104

R/. Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy.
R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.

 


Evangelio: Mateo 5,13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿conqué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la sal del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín,sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que sean vuestras buenas obras y del gloria a vuestro Padre que está en los cielos.

 


Reflexión:

Sazonar e iluminar la vida con los criterios del evangelio es la misión del discípulo. Una sal insípida y una luz encerrada bajo un celemín son un contrasentido. Nuestro servicio no debe revertir en beneficio propio, sino en la gloria de Dios. El cristiano debe dar sabor, pero para eso ha de tener sabor él, ha de ser sabroso. Ha de iluminar, pero para eso ha de ser luminoso, conectado a la red-Cristo. Esa es la luz, ese es el sabor, esa es la sabiduría que debe aportar a la vida: el sabor de Cristo, la luz de Cristo, la sabiduría de Cristo, que no es como la del mundo. Los cristianos no debemos ser “postres” sino alimentos y elementos básicos para sazonar e iluminar la vida. Fue la tarea de san Isidoro.
 


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