Jueves Ordinario 25ª Semana 3ª de Salterio
Santa Aureliana, San Cleofás.
Primera lectura: Ag 1,1-8;
El año segundo del rey Darío, el día primero del mes sexto, la palabra del Señor fue dirigida a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote, por medio del profeta Ageo: «Esto dice el Señor del universo: Este pueblo anda diciendo: “No es momento de ponerse a construir la casa del Señor”». La palabra del Señor vino por medio del profeta Ageo: «¿Y es momento de vivir en casas lujosas mientras que el templo es una ruina? Ahora pues, esto dice el Señor del universo: Pensad bien en vuestra situación. Sembrasteis mucho y recogisteis poco; coméis y no os llenáis; bebéis y seguís con sed; os vestís y no entráis en calor; el trabajador guarda su salario en saco roto. Esto dice el Señor del universo: Pensad bien en vuestra situación. Subid al monte, traed madera, construid el templo. Me complaceré en él y seré glorificado, dice el Señor.
Salmo: Sal 149,1bc-2. 3-4. 5-6a y 9b;
R/. El Señor ama a su pueblo.
Canten al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sion por su Rey. R/.
Alaben su Nombre con danzas, cántenle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R/.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca. Es un honor para todos sus fieles. R/.
Evangelio: Lc 9,7-9.
El tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?». Y tenía ganas de verlo.
Reflexión:
Las noticias sobre Jesús no solo circulaban por las aldeas, también llegaban a los palacios. Suscitaba preguntas. Y en los que detentaban el poder, tanto político como religioso, suscitaba temores. Hasta Herodes llegó a sentir la inquietud. ¿Por qué? Porque desidolizaba sus ídolos. ¡Solo Dios! Herodes “tenía ganas de ver a Jesús”. Un interés que obedecía a la pura curiosidad y quizá también a la mala conciencia, por haber eliminado a Juan. En todo caso, le interesaba conocerlo, aunque por motivos poco limpios. Y cuando lo tuvo delante, al principio se alegró, pero acabó decepcionado, porque Jesús no daba espectáculos (Lc 23,8-11). Quedémonos con subrayar el interés por Jesús, porque para saber quién es hay que verlo. Y ¿dónde podemos verle hoy? Ha dejado múltiples pistas, y hay que seguirlas (Mt 25, 31-46).