Martes Solemnidad 5ª Semana de Cuaresma
San José
Primera lectura: 2 Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16
El Señor Dios le dará el trono a David, su padre.
Salmo: 88, 2-3. 4-5. 27 y 29
R/. Afianzaré tu linaje eternamente.
Segunda lectura: Romanos 4, 13. 16-18. 22
Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza.
Evangelio: Mateo 1, 16. 18-21. 24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia,
catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre,
estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella
esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como
era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero,
apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un
ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a
María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque
él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que
se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre
Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Reflexión:
En el marco litúrgico de la Cuaresma, la Iglesia nos presenta esta figu ra providencial en el designio de Dios. La información bíblica sobre él queda circunscrita a unos pocos relatos de los evangelios de laInfancia (Mt y Lc), a algunas referencias aisladas identificándole como el padre de Jesús (Lc 3,23; 4,22), una alusión a su profesión laboral (Mt13,55) y su árbol genealógico (Lc 3,23-38). Es el estilo de Dios, que elige personas humildes para llevar adelante sus proyectos. Ellos son el “soporte” de la historia. De él solo sabemos que “estuvo” allí, junto a María y Jesús, como la sombra protectora de Dios. No fue “protagonista” sino “colaborador” necesario: es “presencia” y “ausencia”. En él la palabra se hizo silencio y el silencio se hizo palabra. Consciente de no ser protagonista, no reivindica protagonismos. Fue un hombre siempre a la escucha del susurro de Dios que le hablaba en sueños.