Jueves 27º Semana Ordinario 3º de salterio

santo Tomás de Villanueva, San Luis Beltrán.

Primera lectura: Gálatas 3, 1-5

¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por haber escuchado con fe?.
 


Salmo: Lucas 1, 69-70. 71-72. 73-75

R/. Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
que ha venido a auxiliar a su pueblo.

 


Evangelio: Lucas 11, 5-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Supongan que uno de ustedes va a medianoche a casa de un amigo y le dice: «Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío que está de viaje acaba de llegar a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle». Supongan también que el otro, desde dentro, contesta:
«Por favor, no me molestes ahora. Ya tengo la puerta cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. ¡Cómo me voy a levantar para dártelos!».
Pues bien, les digo que, aunque no se levante a darle los panes por razón de su amistad, al menos para evitar que lo siga molestando, se levantará y le dará todo lo que necesite.
Por eso les digo:
Pidan y Dios los atenderá, busquen y encontrarán; llamen y Dios les abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra, y al que llama, Dios le abrirá la puerta.
¿Qué padre entre ustedes, si su hijo le pide pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuanto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?

 


Reflexión:

La fragilidad de la oración reside, no pocas veces, en la inconstancia. Nos cansamos de pedir, hasta de pedir perdón, mientras Dios no se cansa nunca de perdonar. Jesús invita a la confianza en la paternidad bondadosa y solícita de Dios y a la constancia en la oración. Dios siempre escucha y responde, pero “a su manera”, a veces “al tercer día”. Y, porque nosotros no sabemos pedir como conviene, nos garantiza el don del Espíritu Santo -que es la cosa buena por excelencia-. El Espíritu Santo es el verdadero orante: él es el que clama con fuerza y verdad desde nuestro corazón: ¡Padre! (Gál 4,6). Desear “tener el Espíritu del Señor y su santa operación, al que todas las cosas deben servir” decía san Francisco. Lucas hace una precisión interesante: traduce las “cosas buenas” de Mateo, por “el Espíritu Santo”. Él es la auténtica cosa buena. ¿Pedimos el Espíritu Santo? ¿Y con qué espíritu lo pedimos?.
 


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