Viernes Ordinario 17ª Semana 3ª de Salterio

San Alfonso María de Ligorio.

Primera lectura: Lev 23,1. 4-11. 15-16. 27. 34b-37;

El Señor habló a Moisés: «Estas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocarán en las fechas señaladas. El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor. El día quince del mismo mes, es la fiesta de los Panes Ácimos dedicada al Señor. Comerán panes ácimos durante siete días. El primer día se reunirán en asamblea litúrgica, y no harán ningún trabajo servil. Los siete días ofrecerán al Señor oblaciones. El séptimo se volverán a reunir en asamblea litúrgica, y no harán ningún trabajo servil”». El Señor habló a Moisés: «Di a los hijos de Israel: “Cuando entren en la tierra que yo les voy a dar y sieguen la mies, llevarán al sacerdote una gavilla como primicia de su cosecha. Este la balanceará ritualmente en presencia del Señor, para que les sea aceptada; la balanceará el sacerdote el día siguiente al sábado. A partir del día siguiente al sábado en que lleven la gavilla para el balanceo ritual, contarán siete semanas completas: contarán cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo sábado y ofrecerán una oblación nueva al Señor. El día diez del séptimo mes es el día de la Expiación. Se reunirán en asamblea litúrgica, ayunarán y ofrecerán al Señor una oblación. El día quince de ese séptimo mes comienza la fiesta de las Tiendas dedicada al Señor; y dura siete días. El día primero se reunirán en asamblea litúrgica. No harán trabajo servil alguno. Los siete días ofrecerán al Señor oblaciones. Al octavo volverán a reunirse en asamblea litúrgica y ofrecerán al Señor oblaciones. Es día de reunión religiosa solemne. No harán trabajo servil alguno. Estas son las festividades del Señor, en las que se reunirán en asamblea litúrgica, y ofrecerán al Señor oblaciones, holocaustos y ofrendas, sacrificios de comunión y libaciones, según corresponda a cada día»


Salmo: Sal 80,3-4.5.6ab.10-11ab;

R/. Aclamen a Dios, nuestra fuerza.

Acompañen, toquen los panderos, las cítaras templadas y las arpas; toquen la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, que es nuestra fiesta. R/.

Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de Egipto. R/.

No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué de la tierra de Egipto. R/


Evangelio: Mt 13,54-58.

Fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?». Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta». Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.


Reflexión:

Hay conocimientos que no favorecen el reconocimiento. El de Jesús es don de Dios. No es mera información sino revelación. “Te doy gracias porque has revelado estas cosas…” (Mt 11,25); “Nadie viene a mí si el Padre no lo atrae” (Jn 6,44); “Esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso….” (Mt 16,17). No se trata de  erudición sino de comunión personal. Sus paisanos creían conocerlo porque conocían sus orígenes familiares, pero desconocían el origen fundamental. En realidad no sabían de dónde venía (Jn 8,14). Jesús fue “sorpresa” para todos. Su  reconocimiento lo bloqueaban los “prejuicios”. ¿Nos sorprende Jesús? ¿O ya lo damos por sabido y conocido? ¿Nos inquieta? En Jesús Dios asumió la cercanía, la humildad, la concretez para  hacerse presente entre nosotros. Y esa fue la sorpresa, que solo se acoge desde la fe.


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