Discovery Max emitirá el 9 de Junio a las 22:30 ... "Yasuni, genocidio en la selva", un especial en el que, a partir de una matanza en el Amazonas, el periodista artajonés David Beriain tira del hilo hasta descubrir un complejo puzle de intereses.
El reportero David Beriain Amatriain -Artajona 1977-, que ha sido testigo de cómo los hombres matan a hombres en Afganistán, en Irán, en el Congo, en tantos sitios de Oriente Medio o de Latinoamérica, se estrena en el canal Discovery Max con una historia difícil. Esta vez, los hombres matan a otros hombres que son invisibles, tribus no contactadas, ocultas para el resto del planeta. Y las razones, extremadamente complejas. Yasuní, genocidio en la selva es, como dice él, una historia que merecía ser contada.
El documental nace de la impresión que le causó un vídeo de Youtube. ¿Por qué decidió hacerlo?.
Nace de una fascinación un poco infantil que tengo con la selva, en concreto con el Amazonas, que me parece una de las últimas fronteras humanas. Una fascinación aún mayor con el hecho de que en este mundo hiperconectado puedan existir todavía grupos de personas que han permanecido al margen de lo que nosotros llamamos Historia. Como los taromenane. No existe un solo blanco que haya estado en contacto con ellos y haya sobrevivido. Yo estaba con otros proyectos sobre el Amazonas y vi la propuesta del Presidente Correa de salvaguardar la parte yasuní si había un acuerdo internacional de no explotar el petróleo. Leyendo eso ví que había una tribu aislada. Y me encontré el vídeo.
¿Qué vio en él?
Muestra a una pareja de indígenas huaorani asesinados por lanzas de los taromenane. No se sabe muy bien por qué ocurrió eso, pero los familiares de esas dos personas asesinadas buscaron a los taromenane causantes de la matanza y los masacraron.
¿Masacraron? ¿A cuántos?
No se sabe muy bien cuánta gente murió porque nadie contó los cadáveres. Cuando los cadáveres son indígenas de este tipo parece que no hay levantamiento. Se cree que fueron entre 10 y 30. Estamos hablando de un pueblo del que se cree que no quedan más de 300 supervivientes. Hablamos por lo menos de un conato de genocidio. Ahí dices "¿De qué estamos hablando, de una guerra tribal?. No exactamente porque ocurre en un territorio, que es el yasuní, que tiene una inmensa riqueza biológica, de biodiversidad, pero también es una inmensa bolsa de petróleo.
¿Entonces qué está ocurriendo?
El avance de la civilización, con su hambre de recursos sobre el territorio histórico de estas dos tribus, está provocando una asfixia que hace que esta gente algunas veces hayan matado para defender su territorio.
¿Fue peligrosa la grabación?
Evidentemente el Amazonas no es un territorio fácil. El hecho de que es remoto, de que te estás colando en un medio tan salvaje, tan lejos del primer lugar en el que podrías recibir atención, y el hecho de meterte en una tribu que mata para defender su territorio, implica algunos riesgos. Pero no es un riesgo equivalente al que puedas tener en una zona de guerra o, ni mucho menos, al que están asumiendo los compañeros que ahora mismo están en Siria. Es duro, es intenso y, sobre todo, es una historia necesaria.
¿Por qué?
El reportaje en el fondo es una llamada de socorro sobre la situación de este pueblo único, a este milagro antropológico, amenazado con la extinción. El hecho de que existan mundos paralelos que han permanecido totalmente aislados me parece fascinante.
¿Tuvo contacto con el misionero navarro Miguel Ángel Cabodevilla, que escribió "Una tragedia ocultada sobre los Woarani y Taromenani?
Por supuesto, aparece en el documental. Miguel Ángel es la gran referencia sobre este tema. Sus palabras han incomodado a muchos que se han quedado expuestos en su manejo de esta crisis. Miguel Ángel Cabodevilla es un dignísimo sucesor de un obispo vasco que se llamó Alejandro Labaka, que fue uno de los primeros indigenistas de Ecuador, que defendió a los huaorani, y, viviendo con ellos, escuchó la existencia de esas tribus no contactadas. Como vio que el avance del petróleo en los 80 iba a ser imparable decidió establecer un contacto para advertirles de lo que venía. Los taromenane lo mataron a lanzazos y hoy se le considera un mártir de la causa indigenista, porque su muerte, la muerte de un blanco prominente, visibilizó por primera vez que allí había gente.
¿A quién no le gustará el documental?
Es posible que no le guste a mucha gente y que le guste a otra mucha. No es maniqueo. No pretende dar ninguna lección de moral. Entiendo primero que no son las petroleras las que deciden estar allí, es el gobierno ecuatoriano el que decide explotarlo y no por codicia, sino porque tiene una población que está en desarrollo y necesita pagar sus planes sociales. ¿Quién no entiende eso? No hay culpables claros, aquí cada uno tiene su razón. Aun siendo el medio televisivo, que necesita una contundencia grande, el documental no esquiva esa complejidad. En el fondo lo que está ocurriendo es muy claro: la existencia de esta gente es un problema para muchas personas. La constitución ecuatoriana establece que la seguridad de estos pueblos no contactados es responsabilidad del gobierno y que no podrá hacerse allí ningún tipo de actividades extractivas. Ésa es la clave. No queremos saber dónde están y cuál es su territorio porque si definieran su territorio a lo mejor coincidía con algunos campos petrolíferos.
Entrevista de Ion Stegmeier (Pamplona)