San José, día del Padre
Uno de los días más celebrados en el mundo, independientemente de países y culturas es el día del padre. Es un día para agradecer y homenajear a nuestro padre, decirle cuánto le queremos y reconocer la importancia de la figura paterna en la vida de las personas. En los países de tradición católica se celebra el día 19 de marzo, día de san José.
El 8 de diciembre de 1870, el papa Pío IX proclamó a San José patrón de la Iglesia universal. Para conmemorar el 150 aniversario, el papa Francisco quiso que celebráramos un año dedicado a San José. Con una Carta Apostólica que tituló Patris Corde (Con corazón de padre), nos presentó algunas reflexiones sobre su figura. Decía el Papa que, en este tiempo caracterizado por una crisis global, la figura de san José pude servirnos a apoyo, consuelo y guía.
El nombre de José en hebreo significa “que Dios acreciente, que Dios haga crecer”. Es un deseo que hace referencia o está en relación con los hijos. El deseo de todo buen padre es que su hijo crezca, que él, como padre, le ayude a crecer, que sea capaz de inculcar y trasmitir sus valores para que sus hijos puedan hacer frente a la vida de manera digna y sana, afrontando las dificultades y disfrutando de las oportunidades que también nos ofrece.
La tradición cristiana siempre ha subrayado que Jesús creció en la “escuela” de la casa de Nazaret, con el ejemplo cotidiano de María y de José. Los Evangelios presentan a José como padre putativo, legal, de Jesús, no como padre biológico. Mateo lo define como “el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo” (Mt 1,16).
Los textos sagrados no recogen ninguna palabra de San José. De José se ha subrayado siempre su silencio: “un silencio lleno de escucha, un silencio trabajador, un silencio que hace emerger su gran interioridad”, tal como afirma el papa Francisco.
Estar en silencio, o mejor aún, hacer silencio en nuestra vida no es fácil, porque hay muchos ruidos internos y externos que nos lo impiden. A menudo lo deseamos y por eso tratamos de desconectar de ritmo diario y acelerado en el que vivimos.
En este mes de marzo, en el que la naturaleza se llena de vida, aprendamos de san José a cultivar el silencio que deja espacio a la sabiduría y a la reflexión, al encuentro con nosotros mismos. Pedimos su apoyo y guía para afrontar los problemas de la vida. Nos encomendamos a él y a su intercesión.
Fr. Benjamín Echeverría