Año internacional de la paz y de la confianza
Al final del año me gusta “enredar” por internet para ver qué se nos dice o avanza del nuevo año. Me gusta mirar las páginas y mensajes de Naciones Unidas para ver qué siguen proponiendo sobre nuestro mundo. Como cada año se trabaja sobre una intención especial, tenía curiosidad para ver qué se propone para el 2021, año que esperamos sea mucho mejor que el que hemos dejado.
Es el año internacional de las frutas y las verduras. Es año Jacobeo, también. Entre los distintos motivos y objetivos que se proponen para el 2021 me he encontrado con una resolución aprobada por la Asamblea General el 12 de septiembre de 2019 en la que se declara este año como el año internacional de la Paz y de la Confianza.
Reconocemos que todos los esfuerzos que hagamos por promover una cultura de paz benefician a toda la humanidad. La paz y la confianza, como indica Naciones Unidas, entrañan aceptar las diferencias y ser capaces de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como vivir en paz y unidad. El hecho de que se declare este año con esta finalidad es un medio de movilizar los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la paz y la confianza entre las naciones sobre la base del diálogo político, el entendimiento mutuo y la cooperación, para ser capaces de lograr una paz, una solidaridad y una armonía sostenibles.
Ser capaces de crear un mundo en el que podamos vivir en paz y desde la confianza, sigue siendo una gran tarea y sueño. No estamos solos, no podemos vivir aislados unos de otros, necesitamos mirar juntos hacia adelante. Somos conscientes, cada vez más, que lo que suceden en un lugar del mundo repercute en el resto. Lo hemos comprobado muy bien con esta pandemia todavía por vencer.
Al escribir estas palabras no puedo menos de recordar los que nos dice el papa Francisco en la su última encíclica, Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y amistad social: “la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos… el bien, como el amor la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día. No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo como si la situación los llevara a desconocer que todavía los hermanos nuestros sufren de injusticia que nos reclaman a todos” (FT 11)
El comienzo del año es un buen momento para levantar la vista, mirar hacia adelante y creer que se nos abre un nuevo calendario para soñar por un mundo mejor para todos. En ese sueño hay mucho de lucha, pues dejar de luchar es dejar de soñar.
Benjamín Echeverría