Que el Señor os bendiga
Una vez más comenzamos el año bajo el signo de la bendición de Dios y bajo la mirada amorosa de la madre de Cristo.
Bendecir es decir bien, hablar bien, trabajar por el bien. Se nos anima y alienta a que, como cristianos, nos situemos así ante la vida. Me gusta recordar las palabras de la bendición bíblica que nos presenta la liturgia de la Eucaristía en el primer día del año. Muchas personas piensan que esta bendición es de san Francisco de Asís, pero no es original del Poverello. Él las utilizaba para bendecir a los frailes y a las personas con quienes se encontraba. Son palabras escritas muchos siglos antes por un autor bíblico. Son las que Moisés enseñó a los sacerdotes para que las pronunciaran sobre el pueblo. “El Señor te bendiga y te guarde, te muestre su rostro y tenga misericordia de ti, te mire siempre con ternura y te conceda la paz”.
A través de ellas se expresan tres deseos: la protección de Dios, su amistad o su favor y su paz. Deseos loables para toda persona que camina junto a otros con su Dios. En esa paz quedan recogidas también la protección, seguridad, salud, bienestar: todos esos buenos deseos que queremos que están presentes en nuestra vida y en la de los nuestros.
La paz que recoge esta bendición manifiesta el deseo de que Dios te conceda todo lo que necesitas para ser auténticamente tú, incluida la misma presencia de Dios en ti. Esa paz recoge las aspiraciones más profundas del ser humano: es consecuencia del respeto a la dignidad de toda persona; es cultura solidaria, bienes compartidos y trabajo por una sociedad más justa. Sabemos que es un constante hacer, porque está constantemente amenazada. Por eso mismo, el primer día del año la iglesia celebra el día de la paz.
Un nuevo año invita siempre a la reflexión, a la sorpresa, pero también a hacer memoria agradecida de lo acontecido en el transcurso de un año que se fue. Recordar es aprender de todo aquello que nos ha ayudado a madurar, a crecer como personas, a avanzar en el camino de la vida y de la fe.
El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas y formular deseos de felicidad. Es bueno que nos deseemos un nuevo año feliz, porque en medio de la dureza y complicación de la vida, también creemos que estará lleno de posibilidades.
Que el Señor os bendiga y os guarde, os muestre su rostro y os dé su paz.
Benjamín Echeverría
Ministro Provincial de Capuchinos de España