Miércoles 2ª semana Tiempo Pascual

San Apolonio, San Ezequiel.

Primera lectura: Hechos 5, 17-26

Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel, están en el templo, enseñando al pueblo.
 


Salmo: 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9

R/. Clama el humilde y el Señor lo escucha.
 


Evangelio: Juan 3, 16-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único,
para que todo el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna.
Pues no envió Dios a su Hijo para dictar sentencia de condenación
contra el mundo, sino para que por medio de él se salve el mundo.
El que cree en el Hijo no será condenado; en cambio, el que no cree
en él, ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de esta condenación está en que, habiendo venido la luz al
mundo, los seres humanos prefirieron las tinieblas a la luz, pues su
conducta era mala.
En efecto, todos los que se comportan mal, detestan y rehúyen la luz,
por miedo a que su conducta quede al descubierto. En cambio, los
que actúan conforme a la verdad buscan la luz para que aparezca con
toda claridad que es Dios quien inspira sus acciones.

 


Reflexión:

Continúa el diálogo con Nicodemo, poniendo de relieve que la historia de Jesús hunde sus raíces más profunda en Dios: es la concreción histó rica del amor de Dios al mundo. Dios es amor. Todo lo que existe, conexistencia positiva, es obra de su amor. Amor que se manifestó en su Hijo, a quien envió para salvar. Dios nunca condena. Es el hombre quien puede optar por la condena, al situarse de espaldas a la Luz. Pero ¿puede el hombre, con una libertad tan limitada, tomar una decisión de tanta trascendencia? ¿Se sitúa contra la Luz o es que no alcanza a verla con claridad? ¿Puede poner una criatura límite a la infinita misericordia de Dios? Son preguntas profundas. Vivamos en la esperanza responsable y serena de que nuestras vidas están en las manos de Dios, y que él conoce nuestros caminos y nuestros pensamientos. El origen y la finalidad de todo el proyecto de Dios es el amor. La condenación es solo opción humana.
 


Libro recomendado: El exterminio de los pueblos ocultos.


  • Compártelo!