Sanando Heridas
Estos tres años, del 2023 al 2026, la familia franciscana celebra los 800 años de una serie de acontecimientos que marcaron la vida de San Francisco de Asís y forman parte de nuestra identidad como familia espiritual.
Este año 2024 celebramos la impresión de las llagas de San Francisco. Recordamos que, en 1224, hace 800 años, Francisco se retiró al monte Alverna para realizar una cuaresma de ayuno y oración, como era su costumbre. En este contexto de silencio y oración tuvo una experiencia espiritual especial: se hizo realidad el encuentro con el Crucificado, y quedaron impresos los estigmas, signos del amor, en su corazón y en su cuerpo.
Para muchas personas las llagas son un signo de la unión espiritual que tenía san Francisco con Jesús y su amor por él. La cercanía a quienes sufrían, le llevó a San Francisco a comprender y contextualizar mejor los sufrimientos de Cristo. Junto a ese momento tan especial que se produjo en la vida de Francisco, creemos que las llagas también reflejan a todas aquellas personas que llevan una vida llena de heridas: las personas que sufren el abandono, la pobreza, la vergüenza o la culpa.
Para celebrar este acontecimiento en la vida de Francisco, para actualizarlo y tratar de vivirlo en nuestra vida, los Capuchinos hemos elegido como lema para nuestra acción pastoral este este año “SANANDO HERIDAS”. Va a ser el hilo conductor de muchas de nuestras actividades y acción pastoral en los lugares e iglesias en las que estamos. Os lo proponemos también a quienes vivís vuestra fe junto a nosotros o con nosotros, pues paradójicamente, los estigmas son heridas capaces de sanar.
Los frailes que han trabajado sobre este lema y los materiales que nos ofrecen para la pastoral, nos recuerdan además que la herida propia, aceptada, se convierte en ungüento para las de los otros. Sólo si nos acercamos a nuestras fragilidades con serenidad, podemos acompañar a los demás en sus incapacidades.
El Papa Francisco hace ya varios años que dijo que «misión de la Iglesia es curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, perdona todo, es padre, Dios es afectuoso y nos espera siempre». Los que queremos vivir el carisma franciscano debemos ser sanadores de heridas, curadores de estigmas y costureros de corazones rotos. Sanar heridas significa asumir la parte de responsabilidad que tenemos en la construcción de una fraternidad con sus propios estigmas, pero capaz de solidarizarse con los estigmatizados de nuestro mundo.
Hno. Benjamín Echeverría, OFMCap