Jesús Misericordioso y Compasivo
¡Paz y Bien!
Muchos de nosotros, en distintos lugares a lo largo y ancho de la geografía nacional, vivimos nuestra fe cristina muy unida a la devoción a Jesús Nazareno de Medinaceli. Como creyentes sabemos que Jesús vino para darnos una esperanza y proponernos un estilo de vida que nos abre a nuevos horizontes.
Este año, tratamos de tener más presente en nuestra vida de fe uno de los aspectos que han marcado la vida de Jesús: la misericordia y la compasión. Así, como nos recuerda el papa Francisco, “con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de este Dios que es amor” (1 Jn 4,8.16). Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión” (MV8).
Un año más, muchos de nosotros nos acercaremos en este tiempo de cuaresma ante la imagen de Jesús para presentarle, de manera confiada, nuestras necesidades, nuestros problemas, los de nuestros seres más queridos. O para darle gracias porque en algún momento hemos experimentado su ayuda, su compasión, su cercanía, su presencia. Ante él, a sus pies, con un simple beso o una sencilla oración, le pediremos lo que le pedimos también a María en la oración de la Salve: que vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos. O tal vez nos quedemos en silencio, expresión de agradecimiento y respeto.
El contemplar la imagen de Jesús atado, nos impresiona siempre. Junto a él podemos entender lo que significa ser cristianos, lo que implica ir haciéndonos cristianos día a día. Tal vez Èl nos ayude a lanzar una mirada misericordiosa y compasiva ante tantas realidades que hay en nuestro mundo, cercano y lejano, y se activen en nosotros ciertos mecanismos que nos ayudan a la solidaridad, a la acogida, a la comprensión y al entendimiento entre nosotros. Ante Èl, podremos escuchar aquella voz de Pilato que lo presentó ante la gente diciendo: ¡Este es el hombre! Este es el modelo de hombre, de persona, que es capaz de entregar la vida, de desvivirse para que otros tengamos más y mejor vida.
Que, al vivir y celebrar en este Año de la Misericordia los misterios de la muerte y resurrección del Señor, nos ayuden a experimentar la cercanía y la solidaridad de este Dios que camina a nuestro lado, pues es el Dios Amigo de la Vida. Recibid mi saludo de hermano de Paz y Bien.
Benjamín Echeverría
Ministro Provincial de Capuchinos de España