Sor Pilar Montoro. Abadesa del convento san Antón. Clarisas Capuchinas de Granada

Sor Pilar Montoro. Abadesa del convento san Antón. Clarisas Capuchinas de Granada

Supongo que muchas personas que lean esta entrevista habrán comido alguna vez espárragos trigueros. Me dirán qué tiene que ver esto conmigo y es que yo nací en un pueblo de la provincia de Granada, Huétor-Tajar, que adquirió fama por el cultivo y el envasado de este tipo de espárragos. 

Por cierto, a mí no me gustan nada, pero en el convento hay que comer de todo y eso de que sea uno de un pueblo y se cultive algo allí, pues al final la familia y las amistades nos traen cuando es la temporada y algún sacrificio habrá que hacer y esto no es de lo que cuesta, por cierto.

Dejando los espárragos y sus propiedades aparte, sí quiero compartir con vosotros algo de mi vida. Nací en este pueblo el día del Pilar del año 1971, hace 45 años, y aunque lo normal es que me pusieran el nombre de mi abuela materna, que es lo que me tocaba, a mi otra hermana mayor le pusieron el de que mi abuela paterna, con haber nacido este día no tuvieron duda que tenía que llamarme María del Pilar, así se ahorraban una fiesta ya que onomástica y cumple eran el mismo día. Un poco de fastidio para mí por los regalos, pero lo llevo bien.

Mi padre trabajaba en el campo como la gente de mi pueblo y mi madre en un taller de costura que entonces había muchos. Me dice mi madre, que siendo pequeña, en algunas ocasiones me llevaba al taller y allí estaba en una caja al lado de su máquina  jugando  porque era muy traviesa, mientras ella echaba las horas dándole al pedal.

Ah! No os he dicho que  el día que nací, una tía, hermana de mi padre, no se le ocurrió otra cosa que darme un trocito de jamón y que la bendita niña lo saboreaba como algo suculento y se lo tragó. Le perdono el atrevimiento a mi tía, pero por eso será que el jamón me gusta más que los espárragos.
No era mala estudiante, siempre saqué buenas notas y tenía muchos amigos con los que jugaba y nos divertíamos mucho.
 
En la Parroquia del pueblo, el párroco era un buen sacerdote que quería mucho a los  jóvenes, organizaba muchos encuentros, reuniones. El pertenecía al grupo de focolares, por lo que la vivencia del Evangelio la teníamos muy presente y como un compromiso de vida era algo vital. También organizaba ratos de oración por la mañana con el Santísimo expuesto, así que antes de irme al Instituto a Loja (Granada) donde estudié el BUP y COU, siempre iba a orar un ratito. Me sentía a gusto y me daba paz esos momentos al empezar el día.

También como a mi abuelo le gustaba mucho la música desde pequeña me apuntó a la banda municipal y allí aprendí a tocar el clarinete. Con la banda de música nos desplazábamos a distintos pueblos a tocar para las fiestas, las procesiones de Semana Santa, así que entre los estudios, la Parroquia y la música, no paraba mucho en casa.

En mi pueblo había religiosas de Cristo Rey que tienen escuela–hogar y que se encargaban de prepararnos las catequesis a las que teníamos niños en catequesis. Con ellas iba entablando amistad y ciertamente las admiraba, porque a mí me sacaba de quicio el grupillo de niños que tenía encomendados y en ellas veía que era su vocación enseñar y llevar el Evangelio a los niños y yo pensaba “qué vocación tan grande” pero no me sentía llamada a esa forma de vida. También las que fueron mis catequistas pertenecían al Instituto secular Alianza en Jesús por María y con ellas disfrutaba mucho porque los veranos nos llevaban a las niñas a una casa que hay por Sierra Nevada y teníamos convivencias.

Luego edificaron una casa de espiritualidad en un pueblecito cercano a Granada. Yo iba de monitora con grupos de niñas cuando ya tenía yo 15 años y al año siguiente me invitaron a participar en unos Ejercicios Espirituales. Yo nunca había hecho Ejercicios y pensaba que no estaría mal dedicar unos días de retiro para estar con el Señor y rezar un poco y así me dispuse a participar.
 
El sacerdote que los impartía supo ir introduciéndonos en la intimidad con el Señor y la verdad que yo disfrutaba mucho ante el Sagrario, me sentía en paz y con mucho gozo y uno de esos días, sentí interiormente que Jesús me llamaba. A mí aquello me sorprendió muchísimo porque aunque en mi Parroquia participaba en los grupos de Palabra de Vida nunca imaginé que Dios querría algo de mí porque miraba a mis amigas que eran muy piadosas y buenas y yo veía que era un trasto. Le conté al sacerdote lo que sentía dentro y me comentó que Dios me llamaba a la vida contemplativa, que por cierto, ni sabía que existían monjas de clausura y por otro lado, a mí que me gustaba tanto salir y viajar,….

En la comunidad después del tiempo de formación, ya nos incorporamos en las tareas de la casa, que además de atender los distintos oficios que cada una tiene encomendada, ya sea, la sacristía, la enfermería, la cocina, el refectorio (comedor), la portería,…. También como pobres que seguimos a Jesús – pobre, trabajamos con nuestras manos en distintas tareas, bordados, elaboración de formas para la misa y repostería.  

Actualmente me encomendaron servir a las hermanas como madre, o sea, desde hace unos 11 años, soy la Abadesa de esta comunidad y desde este servicio, intento ayudar a cada una y a todas a ir respondiendo con fidelidad a la llamada de Dios. También a nivel federal, soy la Presidenta de la Federación “Santísima Trinidad” que reúne a 10 monasterios de Clarisas Capuchinas de España para nuestra mayor comunión y ayuda en aspectos formativos, de personal, economía, coordinación de actividades federales,… 

Pero, ¿Cómo transcurre un día en este convento de San Antón donde vivo?
Nos levantamos temprano para la oración personal y litúrgica pues a eso de las 5:45 hay que estar en pie para alabar y bendecir a Dios por tantas cosas que nos regala cada día, su presencia entre nosotros, la vida, el don de las hermanas, la creación,….   La Eucaristía la tenemos a las 8:00 y después de un sencillo desayuno nos disponemos a trabajar en las tareas de cada día. Antes de la comida que la tenemos a la 13:00 nos volvemos a reunir en el coro de la Iglesia para entonar nuevamente la salmodia. En nuestra Iglesia que es muy céntrica en Granada, tenemos la gracia de poder adorar el Santísimo Sacramento expuesto durante todo el día. La verdad que es una alegría poder tener el Templo abierto para la adoración pues son muchísimas las personas que durante el día pasan aunque sea un minuto para encontrarse con Jesús-Resucitado. Nosotras también además de las dos horas de oración personal, disponemos de una media hora de adoración que vamos haciendo por turnos. A la tarde la dedicamos para un rato de recreación que suele ser de lo más divertido y a la formación, sea que vienen algún sacerdote o profesor a impartirnos alguna clase, o la que nosotras organizamos. Otros días dedicamos también a la lectio divina donde compartimos la Palabra y lo que Dios va inspirándonos para una vivencia cada día más profunda de su Evangelio y también prestamos mucha atención a ensayar cantos y preparar la liturgia de cada día.

El día termina con la cena y las completas, última oración con la que las hermanas se retiran a sus celdas para descansar no sin antes, seguir orando e intercediendo por toda la humanidad.

Nuestra vida es de fraternidad, sencilla. Actualmente somos 31 hermanas las que vivimos tras estos muros, de muy distintas procedencias, debido principalmente al cierre de varios monasterios de nuestra Orden y el traslado de las hermanas a este convento.

Convento san Antón
Los que lean esta entrevista quizá nunca han visitado Granada, pero deben de hacerlo. Es una ciudad muy bonita y que embruja a la gente que pasa por aquí. Tiene mucho encanto y la gente de esta tierra es cercana y afable. En pleno corazón de Granada, entre la Alhambra y Sierra Nevada, dos maravillas que merece la pena visitar, también está este conventico que aunque edificado por los Franciscanos Terciarios Regulares a finales del siglo XVI, tras su desamortización, nos lo dieron a nosotras al cambiarnos el que ya teníamos cerca de la Catedral por éste en 1836. Desde entonces, vivimos las Clarisas Capuchinas en este lugar.

Es un gran Monasterio con un gran patrimonio digno de conocer. Su Iglesia está bellamente adornada con pinturas murales, retablos barrocos y esculturas y cuadros de grandes autores, como Juan de Sevilla, Pedro de Mena, Risueño, Diego de Mora, Pablo de Rojas,…  Durante la última década se han hecho muchísimas obras de rehabilitación y restauración tanto de la Iglesia como del Convento. Para no alargarme mucho en detalles les remito a un libro que hemos editado “El Convento de San Antonio Abad de Granada” que cuenta todos los pormenores de las obras realizadas y que, gracias a Dios, han sido muy buenas para su conservación y habitabilidad. Hasta la fecha está editado el primer tomo, pues son tres. Este dedicado a la Historia y a los hallazgos arqueológicos encontrados durante las obras, como una acequia. La Iglesia está restaurada completamente y es un joya dentro del centro histórico de Granada. En el convento seguimos haciendo reparaciones pues no faltan goteras pero ha sido también restaurado en su totalidad.

Columbario
De las obras realizadas en la Iglesia hago mención, ahora que está fresco el tema con el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la incineración y depósito de las cenizas de los fieles difuntos, que al levantar toda la solería de la Iglesia para poner un sistema de drenaje por la humedad y la calefacción con suelo radiante, salieron las criptas que como era habitual en las Iglesias de estos siglos, eran los enterramientos de las personas.

Entre las criptas que pudimos rehabilitar estaba la del altar mayor, formada por dos bóvedas de enterramiento que hasta 1800 estaba en uso. Como hoy día los enterramientos de cadáveres están prohibidos en las Iglesias por no estar acondicionadas para ello, en comunidad decidimos hacer un columbario que nos ayudara en el pago de las obras de la Iglesia y que pudiera servir para enterrar cenizas de los difuntos que algunas personas llevaban al campo o simplemente guardaban en su casas.

Este columbario tiene capacidad para 1500 cenizas aproximadamente. Después de los pertinentes permisos ya llevamos varios años que se está gestionando y gracias a Dios muy bien. Como las obras de la Iglesia ya se terminaron de pagar, decidimos que el dinero que saliera de la venta de estas urnas para cenizas, lo destináramos a  obras de caridad y así estamos haciendo, dedicando esos ingresos a cáritas, ayudas a monasterios necesitados, misiones, parroquias con dificultades, familias necesitadas, organizaciones solidarias, según nos van llegando peticiones.

 

 

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