Retiro en la Cuaresma de 2017

Como sello sobre tu corazón (Cant 8,6)

Fidel Aizpurúa Donazar
[Reflexión]
Retiro en la Cuaresma de 2017

La conversión entendida como relación cordial

La tradición religiosa ha entendido, casi siempre, la conversión como la corrección de caminos desviados, moral o espiritualmente, que es preciso reorientar, convertir. Pero podría entenderse también como realidades en las que, durante el tiempo de Cuaresma, se haga un trabajo especial por lograr, por conseguir. Convertirse no sería, entonces, volver de los caminos errados, sino animarse a andar los todavía no hollados. Este es el enfoque quisiéramos dar a la reflexión cuaresmal de este año porque pensamos que puede ser más fructífera que la habitual llamada a la conversión que, con frecuencia, termina en nada.

Convertirse a la relación cordial presupone admitir que, en parte, nuestra relación no lo es, que nuestras maneras de convivir con tienen unas dosis altas de aspereza que conviene rebajar, que nuestros camino son, con alguna frecuencia, altaneros e individualistas, autorreferenciales diría el Papa Francisco. Esos modos antropológicos podrían mejorar muchísimo si nos animáramos a construir en nosotros la razón cordial y sus comportamientos.

Efectivamente, muchos de nosotros tenemos todo lo básico para vivir bien: comida, casa, vestido, amparo, compañía, etc. Y, sin embargo, nuestra vida es una cierta hosquedad, cuando no de una evidente amargura. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué, pudiendo, no llegamos a vivir bien? Tal vez un antídoto contra esta situación, en la medida en que se dé, sea la cordialidad, poner parte del énfasis vital en an-dar los caminos del corazón del otro e, incluso, los caminos del propio corazón, en desvelar un poco más la vida secreta del corazón, del mundo de los sentimien-tos, de eso que se llama la razón cordial..

El Papa Francisco dice en la Evangelii Gaudium que la única manera de trasmitir hoy la fe es si se logra tener una experiencia personal de Jesús y si se transmite tal experiencia con alegría. Creemos que ese es el rostro de la Pascua. Y para lograrlo mejor se podría pensar en hacer este año un itinerario cuaresmal de mejora en la relación cordial. Las puertas de la Pascua se abrirían con más facilidad a nuestra experiencia creyente. Ojalá. 

1. Arcaico corazón

Para “calentar motores” comentamos un poema de B. Atxaga que, en su sencillez, encierra mucha verdad. Es una verdadera meditación sobre ese fondo de cordialidad que anida en el corazón de toda persona y que espera siempre la oportunidad de influir positivamente en nuestra vida.

Arcaico corazón

Tú, que eres como una casa
hecha de arcilla:
Pequeña, frágil,
de cuatro habitaciones;

Tú, que llenas de fantasmas,
y que te asustas,
y que lloras,
cuando llega la noche;

Tú, que en la oscuridad
te haces pedazos
como una hucha
arrojada contra el suelo;

Tú, arcaico corazón,
mira por la ventana,
mira hacia ese bosque
que ya reverdece.

Tú, que una vez caído
gritas palabras
en una lengua
que yo no comprendo,

Tú, arcaico corazón,
entra en ese bosque:
surgió de la arcilla,
como tú.

                                
•    Casa frágil: Comprender la fragilidad del corazón no es ceder a sus chanta-jes. Es entender que hay que se cuidadoso cuando se trata de cuestiones de dentro, de debajo de la piel, del mundo de los sentimientos. Es materia delicada; habría de ser tratada con delicadeza.
•    Llena de fantasmas: Porque las personas tenemos mucha habilidad para fantasear, para el engaño, para envolver de niebla lo que es claro. Ser hábil para sortear fantasmas; ser fuerte para encarar la elemental realidad; par-tir de lo que hay y tender hacia lo posible.
•    Te haces pedazos…gritas: Porque la fragilidad lleva al corazón a ser que-bradizo. Hay que saber recoger los pedacitos rotos y volver a pegarlos, re-comenzar cada día. Y escuchar los gritos del corazón como los más verda-deros de la persona. Escucharlos con paz y respeto, con afán de ser, de al-guna forma, bálsamo para heridas que tocan muy dentro.
•    El bosque ya reverdece…entra en ese bosque: Siempre hay esperanza para el corazón, por muy herido que esté. Siempre hay verdor en la vida para que el corazón disfrute. Siempre hay posibilidad de recomenzar de alguna ma-nera. Siempre hay una sombra para el ardor del alma.

2. Como sello sobre tu corazón: Cant 8,5b-7

Dice Dante que “el amor mueve el cielo y las estrellas” (Divina Comedia, Pa-raíso 33). Es preciso caer en la cuenta de la potencia del amor, de la buena rela-ción. Un formidable dinamismo que utilizado en la dirección de lo humano es fe-cundísimo. Moverse por amor, por relación saludable, más que por ideas, normas o costumbres. Ahí existe un filón.

¿Tiene sentido ser “buen cristiano/a” sin saber de amor? ¿Decae, muere el anhelo de amar a la vez que decae el vigor físico, la fuerza de la juventud, la re-ciedumbre de la madurez? Preguntas interesantes para ponerlas sobre la mesa de la reflexión y de la oración y para recurrir a la Palabra.

a)    Cant 8,5b-7

5bDesperté tus deseos bajo el manzano,
donde tu madre te dio a luz,
donde con tanto dolor te trajo al mundo.
6Ponme como un sello sobre tu corazón,
como un sello sobre tu brazo.
Pues el amor es tan fuerte como la muerte,
y sus celos, tan duraderos como la tumba.
El amor destella como el fuego
con la llama más intensa.
7Las muchas aguas no pueden apagar el amor,
ni los ríos pueden ahogarlo.
Si un hombre tratara de comprar amor
con toda su fortuna,
su oferta sería totalmente rechazada.

•    Despertar los deseos: Porque los deseos, los dinamismos, los anhelos, los sue-ños, duermen o dormitan, enmohecen, se atontan. La buena relación, el amor que vive, necesita estar despierto, hay que despertarlo si se adormece. No son necesarias grandes sacudidas, fuertes convulsiones. Los detalles cotidianos impregnados de buen deseo, de buen amor, son capaces de impedir que el amor se adormezca. Las ataraxias no son lo mejor; las “locuras” de amor son preferibles, por complicadas que sean.
•    Como un sello: Como algo que marca, como cosa que se ve, como recuerdo constante.  Sellados por el amor, de tal manera que, cuando la cosa flaquea, el sello nos anime, nos recuerde, nos aliente. El sello, un signo pequeño que re-cuerda la orientación de fondo. Una sonrisa, un detalle, una palabra amable, un mirar a los ojos, un gesto de amabilidad. La poca cosa del sello que habla de lo mucho que hay detrás. Vida de relación con sellos que hablan.
•    Un amor fuerte: Fuerte para reconocer su potencia; fuerte para encajar su debilidad. Fuerte para acoger su potencial; fuerte para no estar siempre llo-rando su pérdida. Fuerte para saber caminar a su sombra; fuerte para enten-der que muchas veces hay que caminar fuera de su amparo; fuerte para no quebrarse a la primera; fuerte para encajar con paz sus límites; fuerte ante su puerta abierta, fuerte cuando se cierra la puerta y nos quedamos “a la puerta cubierto de rocío”; fuerte para reír, fuerte para encajar llantos sin estar llo-rando siempre.
•    Los destellos del amor: Que no son destellos para deslumbrar sino para cauti-var, para seducir en el buen sentido de la palabra. Destellos hechos de senci-llez, no de vanidad; destellos con verdad, no mero escaparate y apariencia; destellos que brillan con la luz oscura de lo humilde, no con el brillo cegador de quien quiere imponerse; destellos sin publicidad, en el silencio humilde y hermoso de quien se relaciona bien “como si nada”.
•    Inapagable: Inapagable en el anhelo, en el deseo, en el sueño, en el trabajo por alimentar ese “fueguito” que decía Galeano. No inapagable como un volcán, como un horno. Inapagable aunque se apague, aunque languidezca, aunque tiemble su llama. Inapagable, tenaz, rescoldo siempre dispuesto a ser activado, aunque los síntomas no lo demuestren. Inapagable en sus apagamientos. 
•    Amor sin precio: Poner precio a la buena relación, demandar favores a cambio de ella, estar esperando siempre alguna ganancia, es algo que sonroja, es la corrupción del amor, llevar a la buena relación a callejones sin salida. Admitir la dinámica del sistema (te aprecio mientras te uso) como la única real es su-cumbir al desamor, hacerle el juego a quien quiere estructurar la existencia al margen de la buena relación, en la lejanía de los misterios hermosos del cora-zón de la persona.

b)    Reflexión

•    Conectar con el otro: Hay conexiones con el otro para sobrevivir. Muchas de nuestras conexiones son de supervivencia, de no dejarse avasallar, de llegar vivos a la noche, de luchar por la estima y la valoración. Pero hay conexiones de relaciones gratuitas, espontáneas, que a veces ni se sabe de dónde proce-den. Estas son el móvil de las más hermosas acciones humanas. Conectar al otro por gratuidad, sin ganancias premeditadas, sin luchas ni codazos, por elemental benignidad.
•    Convertirse en otro: La buena relación se orienta hacia el otro porque el otro permite surgir el ethos que ama. El otro es el que me permite amar. El amor necesita permiso del otro. Un amor sin ese permiso es un amor impuesto, una contradicción. Jesús orientó su vida a los otros; ellos le “permitieron” amarles. Les estuvo siempre agradecidos; por eso no los desechó ni aunque fueran un estorbo, como lo fueron a veces sus propios discípulos. Dios se convierte en otro para nosotros en Jesús. Por eso podemos amarle.
•    El otro es importante: El amor, buena relación, vuelve al otro importante, hace salir afuera la dignidad que lleva dentro. Por eso amar es dar vida de nuevo a quien la necesita (¿y quién no?), a quien languidece, a quien renquea, a quien tropieza. El amor da fuerza y razón para existir, para levantarse cada mañana y no ceder a la grisura de los días, para poner un poco de color o, mejor, para reconocer el color de lo humilde, el brillo que está oculto en el matorral.

c)    Derivaciones

•    ¿Tiramos la toalla?: Algo que se hace no con una declaración formal de inten-ciones sino en el cansancio y la rutina de cada día. Pero quitar el anhelo de la buena relación, del amor, del horizonte humano es, a priori, un acto de empo-brecimiento. Por eso, tirar la toalla habría de ser lo último, incluso lo que nun-ca habría que hacer. Si se trabaja, los días ofrecen posibilidades, a veces muy pequeñas, de construir el camino de la buena relación. Algo asequible y al al-cance de la mano. Si se trabaja.
•    Un itinerario relacional: ¿Cómo construir un itinerario relacional cristiano? ¿Qué pasos dar? Sugerimos: primero, mantener la certeza de que es posible vivir en buena relación; segundo, mantener viva la fe en el valor hermoso del otro, quienquiera que sea; tercero, salir decidido al camino del otro como ca-mino propio; cuarto, aportar la bonhomía y el buen amor de quien cree en el gozo de amar; quinto, tener la seguridad de que lo de Jesús va un poco por ahí; sexto, mantenerse en la resistencia al canto sistémico de que esto lleva a la ruina; séptimo, avivar la conciencia de que hemos venido a la vida para am-pararnos; octavo, creer en la generosidad de quien sabe que toda aportación al gozo de la vida es importante; noveno, leer la realidad con benignidad críti-ca; decimo, aprobar el curso de amor a la vida aprendiendo técnicas de disfru-te sencillo.
•    Medida real: La buena relación es la medida real del vigor de nuestra vida co-munitaria. No lo es tanto el funcionamiento del andamiaje administrativo, la gestión y su eficacia, las tradiciones seguidas y cumplidas, sino la vibración del corazón ante la vida de la persona, la facilidad para urdir planes comunes, la agilidad para saltar del propio camino al camino del otro, la habilidad para compartir lo que late dentro. Estos son los puntos a medir.
•    Aún se te llama: No nos conviene pintar las cosas de excesivo color de rosa no sea que provoquen el efecto contrario: creer que ya no se me llama a esta empresa. Muchas respuestas negativas encierran el anhelo de que no todo debería estar perdida. Hay mil voces, mil situaciones, mil pequeños atisbos que indican que la llamada a la dicha sigue vigente en todo tipo de estructura relacional. “Si hoy escuchas su voz…”.

3. Un itinerario relacional para la Cuaresma 2017

1ª Semana: Comienza por acentuar la buena relación con los cercanos. Tenlos más presentes en la oración. Hazte un sencillo panel con sus nombres. Tenlos delante. Pon al lado de cada nombre un “post” con algo valioso que descubras de ellos.

2ª Semana: Incide esta semana en una buena relación con la sociedad. Trata de leer las noticias en modos positivos. Haz un panel con buenas noticias positi-vas que aparezcan en la prensa estos días. Ora desde ahí.

3ª Semana: Trata de acentuar esta semana la buena relación eclesial. Mira con aprecio a la comunidad cristiana. Construye un panel con algún aspecto eclesial que sea animador, positivo. Ora desde ahí.

4ª Semana: Amplía el horizonte tratando de vivir la buena relación con la creación. Mira y contempla las cosas hermosas que tengas a mano. Haz una foto con tu móvil y mírala de vez en cuando. Ora ante ella.

5ª Semana: Anhela vivir la Pascua de este año como una relación más viva con el resucitado. Vete preparando algún icono o similar que te acompañe durante la Pascua y te recuerde al que se relaciona con amor con todo lo creado.

Conclusión:

A la gran espiritualidad de máximos que es la que, a veces, hemos emplea-do podría parecerle cosa poco relevante esta otra de la buena relación. Sin em-bargo, en esa sencillez, en ese brillo de lo oscuro, hay algo valioso.  La Cuaresma, tantas veces “ennegrecida”, podría cobrar otro color y desembocar en la Pascua con otro anhelo.

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